4.11.21

La vejez de nuestras madres y la vejez que nos espera

 Puede ser una imagen de una o varias personas, personas de pie, torta e interior


La vejez de nuestras madres y la vejez que nos espera. De eso se trata esta foto* aunque Mami no esté en ella. Está su prole y está Papi. Y ella, del otro lado. En su cama que apenas reconoce y en un cuarto que cree que es ajeno aunque lleva décadas durmiendo en él.
A 21 días del Día Internacional De No Más Violencia Contra las Mujeres, les invito a reflexionar sobre la vejez y sus múltiples caras. Porque como en tantas otras cosas, las desigualdades marcan grandes diferencias en nuestra capacidad para afrontarla. La #ViolenciaDeGénero también toca a las mujeres viejas.
¿Cómo están afrontando la vejez nuestras madres y cómo nos tocará afrontarla a nosotras? ¿Qué será de nuestras hijas?
Lo que hace dos generaciones se daba por sentado (retiro, seguro social, familias numerosas que cuidaran) hoy es parte de la larga lista de incertidumbres que vivimos como país. Las hijas e hijos han tenido que emigrar, otras y otros viven en precariedad, no hay planes médicos que respondan a los mejores intereses de la gente, no hay salud mental ni espacios de respiro.
En el caso de las mujeres, la situación se complica porque con la vejez no desaparecen las violencias ni el discrimen.
Se les juzga si no acumularon capital para su sostén. Se olvida que como cuidadoras no trabajaron o no ahorraron porque la familia era primero. También se olvida la brecha salarial y cómo ésta impacta su capacidad de ahorro, en especial si eran jefas de familias.
Se enfrentan a un sistema de salud que nos las entiende completamente porque el androcentrismo médico ni siquiera era capaz de distinguir los síntomas de infarto en las mujeres y mucho menos se interesó en estudiar nuestros cuerpos desde una perspectiva que reconociera las diferencias.
Se les abandona si eran víctimas de violencia doméstica y sus hijas e hijos como víctimas vicarias son incapaces de perdonarlas por los infiernos familiares.
Se les exige que actúen en la vejez como en la madurez y juventud y sigan siendo cuidadoras y mantenedoras de la paz.
Se les regaña si finalmente se empoderan y reclaman sus derechos porque a estas alturas para qué importunar a la familia.
Se les desecha si no ya no cumplen su rol de ser el corazón y la mente tras la armonía familiar.
Se les cree incapaces de sentir, de desear, de soñar.
Y de cara al futuro y las viejas por ser, nosotras, lo que viene es peor. Una vejez sin casa propia, sin sistemas de retiro, sin ahorros, sin familias o comunidad en la cual apoyarse, sin estado de bienestar que se sienta responsable de reconstruir y fortalecer el tejido social necesario para que cada cual aporte lo que pueda y reciba lo que necesita.
A 21 días del #25noviembre, el silencio en torno a estos temas es nuestro peor enemigo y el peor enemigo de nuestras viejas.
Si queremos erradicar la violencia hacia las mujeres, hay que ver todos estos huecos, atar los cabos, ver la relación entre todas estas cosas y luego, dar un paso atrás y mirar el paisaje completo: un sistema económico que se alimenta de las desigualdades y de nuestros fragmentos de vida.
Mami tiene su familia- no perfecta, un poco machucada- y su casa. Merece más, por cierto. Pero tiene quién la defienda y apoye. Otras mujeres no tienen tanta suerte. Para esas otras y las que vienen de camino a la vejez, es esta #CuentaRegresivaAl25N.
*PD. La foto es de su cumpleaños en julio pasado. Pudimos estar todasy todos en casa ese día. Una suerte.

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