27.6.13

No era a los 40

Cumplir cuarenta años fue una desilusión.  Mientras estuve en mis treintas, me llené la cabeza con la idea de que cumplir cuarenta años sería algo maravilloso, un hito en la vida, un momento de balances y de aquilatar ganancias… y no fue así.  De hecho, el año 2008 fue uno de los más terribles de mi vida.  Basta con decir que me tocó ver la ola fundamentalista arropar al país en las elecciones y a Fortuño surfeando en ella.  Pero a eso le sumo una gran tristeza, de esas que te cubren el corazón cuando pierdes cosas que has amado demasiado y cuando te enfrentas a grandes desengaños y dejas de ver a algunas personas o cosas como las veías hasta ese momento.

Los cuarenta años me parecieron terroríficos y más aún cuando pensaba que tal vez me quedaba más de la mitad de la vida por vivir. ¡Uf! 

Sin embrago, en medio de todo eso, se me ocurrió preparar una cajita en la que coloqué un mapa apalabrado de lo que quería para mi vida.  Coloqué en ella ocho objetivos de vida plena, escritos en tiempo presente.  También escribí pequeñas tiras de papel en las que anoté oraciones que describían distintos estados mentales que, a mi entender, me debían ayudar a transitar ese mapa. 

Ahora, a punto de cumplir mis 45 años, vivo un momento muy distinto al de mis cuarenta. De hecho, siento que vivo uno de esas etapas de transición vital en las que todo es posible.  Por eso, decidí revisitar mi caja de mapa apalabrado.  Me pareció buen momento para hacer balance. ¿Y qué descubro? 

Descubrí que aunque creyera que no me movía y que sólo empujaba para resistir y no para avanzar, sí avancé.  A nivel personal y profesional.  Puedo volver a hablar de amigas luego de pasar años sin tiempo o energía para ellas.  Reincorporé a mi familia extendida a mi vida y tengo el espacio para demostrarle amor y honrar ese vínculo. Tengo mejor salud y más energías. Tengo un hogar al cual me da placer llegar. Mis hijos e hija han crecido en salud y felicidad, sintiéndose amadxs. ¡Tengo plantas! (Por años era una asesina de plantas). Escribo. He vuelto a pintar.  ¡Me divierto! Tengo tiempo para disfrutar del placer y de cosas bellas que antes ni siquiera miraba… tengo espacio para mirarme, vivir cada minuto con conciencia, ¡cuidarme!, mirar a otras personas y amar desde la alegría a tanta gente buena que me rodea.

“¿Cómo pasó todo esto?”, me pregunto entre agradecida y sorprendida.  Hay cosas que ocurrieron a pesar de mí… Sí.  Soy muy terca y a veces resisto los cambios. Creo que en esas, tuve la suerte de que gente que me ama perseveró en su amor, siguió apoyándome o fue capaz de esperar a que yo despertara del trance de negación que me tenía estancada.  Otras cosas ocurrieron porque, en el fondo, todas sabemos lo que hay que hacer para salvar nuestra esencia.  Nuestra mente es sabia y crea las condiciones necesarias para llevarnos a nuestro mejor bienestar aún a nivel inconsciente. Y bueno, también pasa que el tiempo trae sabiduría.  Si cuando nos damos los grandes cantazos de la vida nos ocupamos de mirar por qué pasaron, algo aprendemos… algo aprendemos y podemos mejorar. 

¡Qué maravilloso sentir que vivo un momento de balances y de felicidad!  ¡Qué maravilloso tener esperanza! ¡Qué momento feliz este en el que puedo agradecer a la gente que me ama y apoya y ser recíproca!  

Parece que lo que esperaba de los cuarentas, realmente ocurre a los 45. Muy bien.
 
Bueno... todavía me falta aprender a bailar... je, je, je...
 

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