9.11.21

Acceso al crédito: Por qué las mujeres lo tienen más difícil

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En el año 1994, con una bebé, mi licencia de abogada y una oficina propia, pedí los servicios de un contable para hacer un estado financiero. Me llevé la sorpresa de la vida cuando me lo entregó a nombre del que era mi esposo en ese momento. “¿Por qué-pregunté- si él es asalariado y la oficina es mía?” La respuesta: “Siempre se han hecho así”. Por supuesto, pedí que lo cambiara. No había lógica en esa práctica, salvo la lógica del patriarcado.
Faltan 16 días para el Día Internacional de No Más Violencia contra las Mujeres y para erradicarla, hay que hablar del acceso al crédito.
En una sociedad como la nuestra, hay muchísimos derechos humanos atados a la capacidad de acceder a crédito. Sin embargo, el acceso al crédito y a servicios financieros no existe para miles de mujeres en Puerto Rico y el planeta. ¿Estamos hablando de un derecho humano? Sí. Aunque aún esa discusión requiera mayor alcance.
Desde la experiencia de Matria trabajando la violencia de género a través de servicios de vivienda y desarrollo económico hay mucho que decir. Acá algunos datos y observaciones para esta conversación que sigue pendiente con el gobierno, el sector financiero y también las comunidades.
💰Hasta hace solo varias décadas, las mujeres no podían tomar crédito sin el consentimiento del esposo. Aunque la legislación cambió, todavía hay una expectativa social de que son los hombres y su palabra lo que dan valor a la capacidad crediticia de nosotras.
💰 Según se hereda la riqueza, también se hereda la pobreza. El crédito suele ir atado a la riqueza, o al menos, a la percepción de riqueza. Mientras más tienes, más te prestan.
💰 Hay muchos tipos de créditos, de oportunidad de comprometer nuestro capital presente y futuro. Desde tarjetas en tiendas, hasta cuentas de celulares. Sin embargo, los que se pueden utilizar para generar y acumular capital son los relacionados con compra de casas, inicio de negocios y aquellas cosas que necesitamos para tener techo, salud, alimento y bienestar no sólo ahora, sino de cara al futuro. A ese tipo de crédito no es tan fácil acceder.
💰 A las mujeres nos ofrecen crédito fácil si es para ser consumidoras. Ese crédito fácil viene acompañado de condiciones tremendamente negativas. Nos dan tarjetas para consumir en el presente y pagar en el futuro. O sea, para que nunca tengamos nada propio.
💰 Nuestra “capacidad de pago” no es sólo un asunto de empírica. Piensen en la capacidad de pago de mujeres sin pensión alimentaria, sin auto propio, sin sistema de apoyo y cuido para poder trabajar tranquilas y sin capital acumulado para ofrecer en garantía. Su fuerza, empuje y nivel de responsabilidad es su verdadero colateral pero en el mundo financiero eso no cuenta.
💰 Las mismas construcciones de género que nos programan para ser cuidadoras, también nos programan para ser sacrificadas y vernos al final de la lista de prioridades. Por eso, aún cuando trabajamos, no ahorramos. No solo porque el dinero no nos da, sino porque lo usamos para la familia.
💰 Muchas mujeres en situaciones de violencia y pobreza saben que deben tener casa y también saben que si no consiguen empleo lo que les queda es emprender. Ambas cosas le son negadas por el sistema porque les niega acceso al crédito.
Este tema es uno de esos donde se podrían encontrar mejores respuestas de las que hemos visto hasta ahora. Hay propuestas económicas que reconocen todo esto. Pero sigue faltando voluntad. En Puerto Rico ya hay iniciativas en algunas cooperativas, en organizaciones y en comunidades dirigidas a dar alternativas con perspectiva de género.
La movilidad económica es un factor de protección frente a la violencia de género. El acceso al crédito debe ser parte de esa ecuación.
¿A cuántas mujeres conocen cuyas vidas habrían sido mejores con mejor acceso a crédito y servicios financieros?

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