11.1.07

La violencia de los prejuicios

La violencia es mucho más que golpear y violar. Ambos actos son manifestaciones de violencia pero no su definición. La violencia implica terror, coacción, crueldad, fanatismo y hasta rabia. En Puerto Rico muchas veces se simplifica la definición de violencia. Quizás porque así podemos ignorarla mejor.
El próximo 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional de No Más Violencia Contra las Mujeres. Esta fecha puede pensarse como una fecha alusiva a la violencia doméstica o a la agresión sexual. Sin embargo, su alcance es mucho más amplio pues nos obliga a repensar la violencia en todas sus manifestaciones.
La violencia por razón de género es controvertida. Siempre hay alguien que niega su existencia y siempre hay alguien que la justifica utilizando argumentos que van desde lo religioso hasta lo económico, pasando por lo científico. Sin embargo, esto sólo demuestra que los prejuicios por razón de género están tan arraigados en nuestras mentes que la falta de equidad puede ignorarse y convertir la doble vara de los prejuicios en la peor de las violencias ejercidas en contra de las mujeres.
Esa doble vara de prejuicios es la que ha contribuido a la feminización de la pobreza, a las políticas públicas que ignoran sus necesidades, a su exclusión de las páginas de la historia y de los círculos políticos y económicos de poder. ¿Qué mayor violencia que someter a alguien a una categoría de segunda y encontrar todas las excusas posibles para que ese estado se perpetúe? ¿No es la exclusión una manifestación de la violencia?
Se ha caminado un largo trecho en la búsqueda de justicia para las mujeres y aún queda mucho por caminar. El problema de falta de equidad y la violencia como un derivado de la misma aún nos reta por su complejidad. Podemos afrontarla desde diversos espacios pero debemos recordar siempre que todas nacemos iguales, con los mismos derechos a la vida, al desarrollo y a una vida digna. Somos la mitad del país y también negras, jefas de familia, obreras, de clase media, pobres, estudiantes, empresarias, lesbianas, cristianas o ateas, ciudadanas todas e integrantes de otros grupos que también pueden ser excluidos. Luchar por la equidad y la justicia para las mujeres implica luchar por la equidad y la justicia para toda la sociedad.

Responsabilidad amplia

Cuando oímos hablar de responsabilidad limitada parecería que el término se relaciona con alguna empresa de las que anuncian a su clientela que tienen una responsabilidad limitada ante ella. Sin embargo, gran parte de nuestro país vive la vida al amparo de los valores de una responsabilidad limitada. Limitada y egoísta.
La responsabilidad ciudadana limitada es aquélla en la cual cada cual se limita a hacer lo mínimo para ganarse su salario, lo mínimo para quedar bien ante su comunidad, lo mínimo para cumplir con su iglesia, lo mínimo para criar a sus hijos. Es vivir con una ceguera que impide ver la pobreza que nos rodea, la destrucción ambiental que cada vez se acrecienta más y los patrones de conducta violenta que ya son parte de nuestra cotidianidad. Esos valores de responsabilidad limitada pueden engañar a cualquier ingenuo haciéndole creer que es buen empleado, buen padre o madre y buen ciudadano para tranquilizarle la conciencia con tan sólo virar la cara y mirar a otro lugar en vez de enfrentar las situaciones que ameritarían su acción.
La responsabilidad social es lo contrario. Puede parecernos que la responsabilidad social también suena a empresa. Pero no. Debería sonarnos a personas y a comunidades. Es una responsabilidad amplia y solidaria que compromete a quien la asume con el bienestar común y con la acción diaria y firme desde unos valores universales de paz, de equidad y de justicia. Es la que debemos utilizar para reenfocar nuestras acciones y ampliar nuestras expectativas a la hora de autoevaluarnos. Desde una visión solidaria, es seguro que hacer lo mínimo dejará de satisfacernos.

En vez de comentar y criticar lo que pasa en el país, debemos preguntarnos, qué hacemos para remediar la situación. Existen acciones sencillas pero elocuentes que pueden hacer la diferencia en el momento que vive nuestro país. Sólo es necesario que cada cual amplíe su concepto de responsabilidad. No podemos seguir esperando que otro haga. ¿Qué hará usted la próxima vez que vea un incidente de violencia doméstica o una tala de árboles? Piense desde ahora para que pueda actuar responsablemente.

Ni una mujer más

Creo que no me equivoco cuando pienso que la mayor parte de las mujeres despierta a diario sin pensar que la muerte le sorprenderá súbita y violentamente. Mucho menos pensamos que la muerte vendrá desde las manos de un familiar nuestro. Pero en Puerto Rico, las mujeres tienen más oportunidad de morir a manos de sus compañeros que a manos de un extraño en la calle. Cuando esto pasa, las mujeres ganan sus cinco minutos de fama a un precio que nadie quiere pagar. En esos cinco minutos la prensa nos presenta detalles de su vida y nos enfrenta al rostro de su asesino, quien la mayor parte de las veces parece no entender la trascendencia de su acto. ¿Será que la pasión los encerró en un momento de locura?

No son actos de locura los que guían a un agresor. Sería una locura sospechosamente selectiva, pues la mayor parte de las veces no son personas agresivas con extraños o con terceros ajenos a su hogar. Tampoco son meras pérdidas de control, si así fuera, en nuestro país estuviera el muerto a diestra y siniestra.

¿Por qué en pleno siglo XXI existen hombres en nuestra Isla que se sienten con el derecho y la libertad de asesinar a sus compañeras? Parece que el mensaje en contra de la violencia doméstica, a pesar de su claridad y contundencia, aún necesita hacerse acto. Un acto comunitario y no meramente gubernamental.

Cuando agencias, como la de la Oficina de la Procuradora de las Mujeres u otras organizaciones que trabajan por los derechos de éstas, piden apoyo en sus acciones no lo piden por pereza o por falta de ganas de trabajar. Ellas saben que para eliminar la violencia de nuestros hogares, tenemos que actuar como una unidad, en cada espacio cotidiano y sobretodo, mirando de frente nuestras propias concepciones de lo que es ser mujer u hombre para entender que por encima de un sexo, somos seres humanos con igual derecho a la vida. El asesinato de una mujer, o de cualquier ser humano, nunca está justificado.

Que los nombres de las 22 mujeres muertas durante el 2006 no queden en el olvido.

Ganar tiempo para la vida

Fugit irreparabile tempus (Huye el tiempo irreparablemente.)
Virgilio

El tiempo es su propio amo. Es un aliado y un enemigo que no está exento de los avatares del poder. Un poder que visto en abstracto parece casi una palabra santa, que reivindica y que hace más apetecible la existencia común. Poder y tiempo, por otro lado, mirados desde la perspectiva de a quienes se les escapa la vida sin que se les honre su derecho a vivirla, pueden ser dos palabras aterradoras y desesperanzadoras.

Ya son muchas las semanas en las que hemos escuchado de manera recurrente los problemas que enfrentan los pacientes de VIH para obtener sus medicamentos. Hemos oído hablar de listas de espera, de agencias que no previeron la crisis, de burócratas dando excusas y de investigaciones federales, así como de farmacéuticas avariciosas que deniegan despachos de medicamentos a pesar de que las organizaciones que atienden a estos pacientes le han solicitado utilizar líneas de crédito y han sido sus clientes por años.

Mientras tanto, el tiempo huye irreparablemente de las vidas de estos seres humanos. Huye para restarles vida y salud. Sin medicamentos, la combinación de poder y tiempo les corre en contra. Mientras el poder para trabajar con pacientes VIH esté concentrado en manos de unos pocos funcionarios y no en la comunidad y en los propios pacientes, el ejercicio de éste se convierte en una réplica patética de los patrones de injusticia que nos consumen como sociedad.

¿Cómo ganar al tiempo y a la muerte? ¿Cómo detener una huída que duele, más aún cuando en ella se nos escapa un ser amado, o nuestra propia vida con todo y sueños, con todo y planes para el futuro que nos merecemos? Es de admirar cómo ante estas preguntas, ya hay pacientes de VIH que han decidido reclamar poder sobre sus vidas. El poder se asume, no se le mendiga a nadie. Menos aún si es para vivir con dignidad. Hoy jueves, a las 6:00PM se reunirán en Asamblea en el Taller Cé de Río Piedras pacientes de VIH y personas solidarias con la vida que están eligiendo actuar ante la situación de los medicamentos. La invitación se hizo a la comunidad, el reto está en actuar junto a ellos
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Las últimas de la fila

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