25.2.11

Ambidiestra

Ayer escribí lo siguiente en Facebook: "Los tiempos requieren que seamos políticamente ambidiestras... Las izquierdas están tan desgastadas como las derechas y las tricheras de ambas tribus están llenas de muertos. ¿Cuándo nos comprometeremos con la humanidad?".  Más tarde en el día, una querida amiga me preguntó: "¿Qué es ser ambidiestra? ¿Ser de izquierda y de derecha a la misma vez? ¿Ser neutral? ¿Todavía en el siglo xxi en PR se puede pensar que existe la neutralidad?" (Nahomi Galindo)
Sus preguntas y el resto de sus comentarios me hicieron reflexionar y he aquí el resultado de esa reflexión:

Significa pensar libremente sin necesidad de etiquetarse y tomar decisiones desde un compromiso con la justicia. Es lo opuesto de ser neutral. La neutralidad en estos tiempos es un atentado a la vida y a la justicia.


Significa saber- y poder enfrentar- que habrá gente de ambos lados que disienta con una y que a la larga eso no importa porque ya ambos lados demostraron que desde los extremos se inhabilitan para actuar y para ser solidarias/os.

Significa saber, desde las experiencia, que la humanidad cada cual la conoce desde su cotidianidad pero que el planeta y el país trascienden nuestra subjetividad. Es saber también que cada mujer que necesita sobrevivir, que cada niño o niña que sueña y se estrella contra el sistema de educación, que cada gay que vive con miedo, que cada hombre marginado por su clase o condición social, lo que necesitan son acciones concretas y efectivas y no teorías que se quedan en las páginas de algún libro para las minorías intelectuales. La teoría sin acción carece de significado. Lo acción sin reflexión carece de norte.

Nuestra gente necesita respeto, solidaridad y proyectos que les permitan pasar de la subsistencia y la pobreza a la vida plena, para luego, desde esa vida plena (sin hambre, sin miedo, sin violencia) ser parte del pueblo que toma decisiones por el país. Así se construyen nuevas teorías, nuevas acciones, nuevas sociedades.

No hay neutralidad en lo que digo, sino más bien un convencimiento de que hay mucha gente que habla y sólo se queda por ahí murmurando discursos que pueden etiquetarse bajo un lado o el otro y mucha otra gente que no es capaz de trascender las diferencias para dar ejemplo de solidaridad a sus supuestas contrarias.

Precisamente porque creo en que es un deber pensar y actuar desde la libertad es que rechazo las alianzas forzadas- con cualquier lado- en nombre de la conveniencia o del sostenimiento de una supuesta paz social que en realidad no existe. Pensar que los sindicatos, las iglesias y los partidos (por dar algunos ejemplos) deben seguir siendo los que definan la agenda del país y que la energía deben concentrarse en apoyar o en contrarrestar lo que ellos hagan, es una pérdida de tiempo.

La agenda del país debe definirse desde las comunidades y una vez esa agenda esté clara, se debe adelantar a pesar de las izquierdas, las derechas, los cobardes, los oportunistas, los ignorantes, los egoístas, los que aún creen en grupos cerrados, los que siguen creyéndose dueños del país, los que creen que tienen la verdad agarrada por el rabo, los que traicionan los valores de sus organizaciones para supuestamente ayudarlas a sobrevivir y los que sabotean los trabajos en alianzas con sus personalidades disociadoras.

La agenda del país debe construirse desde la humildad y el amor. Como individuos no sabemos todo. Como país sí lo sabemos, como lo saben las doñitas con dubi dubi, los doncitos de la barra de la esquina, la muchachería que hace maldades en las canchas, el resto de gente que ES el país. Nuestra gente no tiene que ser perfecta para saber y se merecen la oportunidad de exponerse a los espacios que saquen lo mejor de cada uno y una.

Posicionarse de esta manera tiene un costo personal, político y social. Pero mejor es pagarlo ahora que después. Mejora pagarlo nosotras que nuestras hijas e hijos. Mejora pagarlo las que estamos dispuestas que las que no pueden porque se les va la vida en la faena de supervivencia de cada día...

Ya hay demasiados muertos en aras de las ideologías. Yo ahora le apuesto a la vida, a la valentía de quienes denuncian y actúan, a la verticalidad de quienes hacen lo correcto sin importar las consecuencias. Partiendo de la defición de ambidiestra que tú entiendes, yo también me negaría a serlo. Partiendo de la mía, creo que sí lo soy... y luego, mirando que es más importante el resultado al que aspiro (justicia, equidad, libertad), me doy cuenta de lo poco importa esa palabra.

24.2.11

Embestir

Publicada en Voces de El Nuevo Día

Ya es la hora de revolverse y embestir. Es la hora de pensar como país y no como gente que resuelve lo suyo día a día, viviendo sus propias angustias sin vincularlas a la angustia y al malestar nacional. Es la hora de las alianzas que embistan al sistema y lo corrijan de una vez. Con la fuerza de cada persona canalizada desde un colectivo solidario y honesto, libres del miedo.

El primer paso para lograr una alianza social efectiva que pueda enfrentar los retos del país es dar la espalda a los partidos políticos tradicionales. Ya no hay nada que esperar de ellos, de sus maquinarias, ni de su “disciplina de partido” que justifica el silenciamiento de la disidencia aun cuando ésta tiene la razón.

Ésos son los mismos partidos que con cada nueva elección a la vista tratan de reinventarse, pero sólo en la superficie, porque en su interior siguen siendo los mismos que por más de medio siglo, y con eslóganes distintos, han gobernado para unos pocos y han matado nuestra democracia entronizando un sistema electoral que reduce sus propuestas a 30 segundos de miedo o de promesas vacías.

El segundo paso, es desarrollar nuestra propia agenda. Una agenda de país comprometida con la justicia social, la equidad y la libertad. Parte de ese camino ya se ha adelantado con grupos y sectores sociales que por años han trabajado para reivindicar los derechos humanos de quienes han tenido que sobrevivir excluidos del sistema y al margen de un desarrollo humano pleno. Ahora sólo falta unir esas agendas y conciliar nuestras metas.

El tercer paso es echar a andar con la mirada puesta en las metas que nacerán de nuestra agenda común. Las mismas se merecen ser alimentadas desde la energía del amor al prójimo y las ganas de servir al país.

¿El cuarto paso?

No mirar para atrás. Podríamos convertirnos en estatuas de sal.

Nuestra historia, nuestra nueva historia, debe nacer de las manos honestas, libres y amorosas de un nuevo liderazgo comprometido con la felicidad y la libertad de cada persona de nuestro país.

21.2.11

¿Por quién esperan las mujeres?



Publicada originalmente en el semanario Claridad

Si a estas alturas alguna mujer todavía está esperando que alguien del gobierno la rescate, está perdida sin remedio. Con el estado actual de las cosas, no hay rescate posible ante la desigualdad, el discrimen y la violencia. No de parte de la Legislatura, no de la Rama Ejecutiva, no de los Tribunales. Ni siquiera podemos decir que es posible un rescate feminista por mejor intencionado que sea. Sólo quedamos nosotras mismas y nuestra voluntad para ser parte activa de los movimientos sociales que hoy necesitan la presencia de cada mujer para ser efectivos.

Mientras el representante Farinacci y la mayor parte de los representantes del PPD defendían a capa y espada su permanencia en la Cámara luego de las graves acusaciones de violencia machista de las cuales el mismo fue objeto, en nuestra Isla las estadísticas de muertes de mujeres por esa misma violencia tienen al país en vilo. En medio de tal crisis y como si hubiera que inventar la rueda, vemos a representantes, senadores y al mismo gobernador acumulando error sobre error en la toma de decisiones relativas a las mujeres, su vida y su seguridad. Estas acciones del sector político puertorriqueño contrastan con las tendencias internacionales y los resultados de estudios hechos en torno al tema de la violencia de género.

En el resto del planeta, expertas en género y derechos humanos reconocen que la violencia de género tiene más probabilidad de ser erradicada en países en los cuales el gobierno y sus líderes se comprometen con la equidad de géneros y la promoción de oportunidades para el desarrollo de las mujeres. El trabajo en conjunto de tres sectores es vital: gobierno, organizaciones y comunidades. Sin embargo, tal parece que en nuestra Isla deberemos trabajar el asunto desde dos sectores porque definitivamente el sector gubernamental no parece tener la intención de trabajar con buena voluntad y mucho menos con una creencia real en el concepto de equidad. Es por eso que, más que esperar ser rescatadas, las mujeres de nuestro país deberán agenciarse su rescate y de paso, agenciarse su propia participación en la toma de decisiones nacionales para evitar que más mediocres se nos queden con el poder para seguir haciendo daño.

El caso del representante Luis Farinacci y el encubrimiento colectivo de sus actos de violencia se encargaron de corroborar que quienes legislan en nuestro país aún no interpretan los actos machistas como una agresión en contra de la sociedad y de los principios de equidad y justicia. Sólo unas cuantas y unos cuantos legisladores pudieron expresar con coherencia lo que muchas mujeres hubiéramos deseado escuchar de todos los demás: Que la violencia de género es intolerable, que lo es mucho más cuando la ejerce un funcionario electo y que quienes no entiendan eso carecen de la capacidad de gobernarnos.

La representante Sylvia Corujo resumió muy bien la mentalidad gubernamental en la siguiente cita alusiva a la esposa agredida de Luis Farinacci: "Farinacci tiene mi voto. ¿Cómo yo voy a soportar tantos años de violencia doméstica y vengo a hablar después de 10 a 12 años?" La insistencia de los grupos de mujeres y de los medios de comunicación en señalar las implicaciones negativas de esas actitudes, finalmente pareció empujar la renuncia de Farinacci. Sin embargo, esa solución, aunque satisfactoria de primera intención, sólo logró evidenciar que los asuntos de las mujeres siguen siendo asuntos secundarios para la Legislatura y que depender de ella para adelantar y reivindicar los derechos humanos de las mujeres en la Isla, es un eterno ejercicio de fuerza y vigilancia en el cual podemos cometer el error de rendir nuestro poder y nuestra sabiduría ante seres cuya inteligencia e integridad están seriamente cuestionadas por sus propios actos y expresiones.

Aunque la mayoría novoprogresista intentó aprovechar la coyuntura para discursar en contra de la violencia machista desde una perspectiva de cero tolerancia, no olvidemos que esa misma Cámara de Representantes es la que aprobó medidas nefastas para el desarrollo e integridad de las mujeres, tales como la propia Ley 7, la Ley de Alianzas Público Privadas y otras tantas que fueron rechazadas por el pueblo. Su visión fragmentada de las mujeres no le permite entender que la violencia machista se alimenta de la desigualdad que se promueve desde las acciones gubernamentales y que además la pobreza, el desempleo y la marginación acrecientan la vulnerabilidad de estas.

Como evidencia de esa visión fragmentada está el hecho de que esa misma Cámara fue la responsable de aprobar el año pasado para la Oficina de la Procuradora de las Mujeres un presupuesto del fondo general equivalente a tan sólo el 19% de lo aprobado en el 2008 para esa misma Oficina. Es decir, que de $3,436,000 asignados a la OPM en el 2008, en el 2010-11 se le asignaron sólo $680,000. ¿Nos parece suficiente esa cantidad para adelantar la equidad de géneros tal y como lo establece la Ley 20 que creó la OPM? ¿Es proporcional esa cantidad al número de mujeres, niñas y viejas que existe en Puerto Rico?

El Senado por su parte, es la cara más agresiva de la Legislatura. Desde que se constituyó en el año 2009 hemos visto la entronización de políticas públicas y acciones que menosprecian no tan sólo los derechos de las minorías, sino que abiertamente se expresan desde un lenguaje religioso de corte fundamentalista que agrede la libertad de las mujeres, su derecho a expresarse políticamente y sus intentos de progresar dentro del propio sistema de gobierno.

El nombramiento de Evelyn Vázquez como presidenta de la Comisión de Asuntos de la Mujer debe haber provocado grandes carcajadas al Presidente del Senado. Probablemente se rió como un loco en su oficina antes de anunciarlo pues lo hizo a sabiendas de que la senadora carecía de la capacidad para el puesto y de que representa el peor estereotipo de la mujer superficial y corta de inteligencia que se le pudo ocurrir a cualquiera. Así, no sólo anuló los posibles trabajos de una comisión esencial en el Senado, sino que atrasó por años las luchas de otras mujeres que aspiran a llegar a la Legislatura con inteligencia, estrategia e integridad.

La Rama Ejecutiva por su parte, ha dado las mejores demostraciones de misoginia y de machismo institucional. No hay forma de que dicha rama se lave las manos cuando de agresiones hacia el sector de las mujeres se trata. Desde el desmantelamiento paulatino de la OPM, la persecución sistemática de mujeres pobres y jefas de familia por parte del Departamento de la Familia, hasta las agresiones y arrestos de jóvenes universitarias cuyo único delito ha sido pensar y actuar desde los valores de justicia y paz. La famosa “Promesa de Hombre” se escucha cada vez menos, quizás porque desde el principio tanto el Gobernador como sus asesores sabían que ésta era sólo un juego mediático sin fundamentos que sostuvieran la idea de que dicha promesa podría en efecto, erradicar la desigualdad y la violencia de género.

¿Por quién, entonces, esperan las mujeres? Espero que a estas alturas no estén esperando por nadie y ya hayan entendido que cada una es su mejor defensora. No es sentadas escuchando el radio o viendo las noticias con las manos en el pecho que haremos frente a la desigualdad y la violencia. Ya es hora de levantar teléfonos, de marchar, de escribir y de asumir con valentía lo que a cada cual le toca para autogestionar su propia libertad y felicidad como parte de este colectivo que llamamos patria-matria.

10.2.11

La que a hierro mata a hierro muere

La semana pasada el Movimiento Amplio de Mujeres exigió al Superintendente de la Policía y al gobierno que detengan las agresiones en contra de las estudiantes que se manifiestan en la UPR.  Esa exigencia fue en el contexto de lo que consideramos parte de un patrón de violencia de género en el cual los policías no sólo insultan a las estudiantes y atacan su integridad moral, sino que además invaden sus cuerpos con intervenciones innecesarias.

Ahora Rodríguez Aguiló quiere que las feministas defendamos a las policías supuestamente agredidas ayer... Pero, el que a hierro mata a hierro muere. Si se entra en actitud violenta a la UPR, si se provoca y se violentan derechos de estudiantes, si se supone que están adiestradas para mantener la ley y el orden y luego ellas y los policías varones son quienes traen la guerra... ¿qué esperaban?

La violencia siempre es reprochable, las agresiones contra mujeres cuando ocurren en virtud de su género también, pero tratar de montarse en este caballito para justificar la violencia policíaca es una hipocresía.


                                                                                                Foto © Ricardo Alcaraz

Si la presencia de la Policía no hubiera sido impuesta en la UPR, no habría estudiantes agredidas, no habría policías agredidas y no tuviéramos a un país entero temiendo por la vida de las y los manifestantes.  Si el representante Rodríguez Aguiló está tan preocupado por la violencia en la UPR que pida a su partido y a sus líderes que saquen a la Policía de la UPR.

3.2.11

Mujeres con vergüenza

Existen momentos en los que debemos reconocer cuánto nos avergonzamos de las acciones de otras mujeres. En las pasadas semanas he tenido que ver con mucho pesar cómo algunas mujeres que ostentan cargos públicos, más que actuar para la equidad y para enorgullecer a las demás, han actuado con mezquindad, con falta de amor al país y hasta con odio hacia quienes no piensan o sienten como ellas.

En la Universidad de Puerto Rico, dos mujeres han jugado un rol importante y devastador: Ygrí Rivera y Ana Guadalupe. Como sicarias de un gobierno que menosprecia la justicia y la vida del pueblo, ambas se convirtieron en el brazo que ejecuta las políticas de represión y en la boca que destila odio y desprecio hacia los reclamos del estudiantado. Alimentan los prejuicios en contra de quienes lideran movimientos sociales.

En el ámbito político partidista la lealtad a unos partidos que ya no responden a las necesidades y la realidad puertorriqueña, nubla la capacidad de algunas políticas para actuar con verticalidad ante los retos que enfrentan otras mujeres como víctimas de la violencia machista o la represión del Estado. Mientras en el caso Farinacci hubo mujeres como Sylvia Corujo y Brenda López que dieron la espalda al valor de la justicia, en el PNP otras tantas políticas han decidido ignorar los casos de brutalidad policiaca en contra de otras mujeres y peor aún, algunas como Albita Rivera la justifican y la aprueban.

Tenemos razón para avergonzarnos y para decepcionarnos. Transcurrida la primera década del Siglo XXI, el liderazgo de las mujeres sigue siendo un tema importante. ¡Necesitamos más mujeres en posiciones de liderazgo! ¡Sí! Sin embargo, cuando las afortunadas que llegan a esas posiciones son incapaces de trabajar desde el consenso y los valores éticos de justicia, equidad y paz, se cierra un espacio importante para las demás. Cierran la puerta que se abrió para permitirles ser parte de la historia y unir su nombre a los nombres de quienes les antecedieron sacrificando todo lo que se ha sacrificado para que las mujeres avancen en la historia. Se convierten en sirvientas del machismo y del miedo. Se convierten en la vergüenza de las demás.

Las últimas de la fila

 No recuerdo que alguien me haya dicho de niña que debía ser la última en comer. Pero lo aprendí. De adulta, al cocinar o comprar comida par...