10.6.11

Incubar democracia

Cuando incubamos microempresas comunitarias y desarrollamos económicamente las comunidades, incubamos democracia. Esta es una de las premisas que sirvieron de hilo conductor a las presentaciones hechas en el Segundo Coloquio de Desarrollo Económico Comunitario convocado por Proyecto Matria el pasado viernes.

Como parte del Coloquio, el Centro para la Nueva Economía hizo una presentación en la cual nos confrontó con datos contundentes: (1) al día de hoy, el nivel de desigualdad en nuestro país es igual al de la década de 1950 y (2) para mejorar la situación económica de la Isla habría que crear aproximadamente 800mil empleos nuevos.

El modelo de desarrollo económico que por décadas ha sido impulsado por nuestro gobierno no tiene la capacidad de crear esos empleos y mucho menos la de erradicar la desigualdad. Todavía hoy se pretende alcanzar crecimiento económico desde empresas tradicionales (nativas o extranjeras) en las cuales el afán de ganancia domina la toma de decisiones a nivel público y privado. Además, la desigualdad y la pobreza le convienen a ciertos sectores porque inmoviliza al pueblo obligándole a centrar sus energías en la sobrevivencia diaria.

El desarrollo económico comunitario (DEC) es un nuevo modelo de desarrollo que potencia la distribución de riqueza y de poder. Según Nelson Reyes del Valle, uno de nuestros panelistas, el DEC integra la búsqueda de soluciones económicas, sociales y ambientales desde un espacio en el que las comunidades gestan sus propias alternativas de desarrollo económico. En el Coloquio pudimos ver ejemplos del DEC en acción, no sólo a través de Matria, sino del Huerto Comunitario de Capetillo y de Casa Pueblo.

¿Puede un país sumido en la pobreza practicar una democracia efectiva? No. Por eso ya es hora de que autogestionemos nuestras soluciones y pongamos un alto al ciclo vicioso de la desigualdad. En Matria estamos convencidas de que hay que hacer esfuerzos genuinos y honestos para erradicar la pobreza más que maquillarla para campañas de prensa. Desde el DEC y modelos de incubación de empresas que integran el desarrollo económico y el apoderamiento, es posible alimentar la fuerza comunitaria que representa en estos momentos nuestra única y mejor alternativa de cambio. Incubando una economía comunitaria sólida, incubamos democracia.

17.5.11

La medida del amor

La homofobia nos está matando. Está matando a las personas homosexuales y al resto del país. Nos mata porque en la medida que toleramos la homofobia, toleramos el odio. Un país en el que se tolera el odio hacia cualquier grupo social, tiene en sí mismo la semilla de su muerte colectiva.

Habrá quienes piensen que ellos no, que ellos no odian ni tienen prejuicios en contra de la comunidad lésbica-homosexual-bisexual-transexual y transgénero (LHBTT) de nuestra Isla. Sin embargo, se ríen de los chistes que se hacen de los homosexuales, sintonizan los programas en los que nos caricaturizan y se silencian en sus iglesias y espacios sociales cuando escuchan a alguien expresándose en contra de nuestros derechos humanos. En ocasiones como esas, la risa y el silencio son cómplices de la homofobia.

¿Por qué se silencian nuestras familias y amistades cuando se ataca nuestra humanidad y se nos cataloga de ciudadanas de segunda categoría? ¿Por qué ven con naturalidad el que se nos niegue el derecho a casarnos legalmente, a adoptar o criar infantes y a ocupar de manera visible posiciones importantes en el gobierno y empresa privada del país? ¿Será que no nos aman lo suficiente? ¿Cuál es la medida de su amor?

La homofobia está tan arraigada en nuestra cultura que es capaz de anular el amor que podemos sentir por las personas importantes de nuestras vidas e instaurarse en un lugar privilegiado de nuestra mente para impedirnos actuar en su defensa. Sin embargo, como seres humanos, siempre tenemos la capacidad de sobreponernos a los prejuicios y abrir el corazón y la mente hasta la medida exacta del amor que sentimos por nuestras hijas, hijos, hermanos y amigas. ¿Cuál es la medida de tu amor hacia las personas de la comunidad LHBTT que son parte de tu vida?

Esta semana se conmemora el Día Internacional contra la Homofobia y Transfobia. Conmemoramos 21 años desde que se suprimió la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales. En decenas de países alrededor del mundo, grupos de derechos humanos saldrán a las calles a reclamar la equidad para las comunidades LHBTT. En Puerto Rico también marcharemos. ¿Y tú, nos acompañarás?

8.3.11

Espirales

Otro 8 de marzo. No puedo evitar pensar en una espiral. La espiral en la que pienso está llena de preciosas cuentas multicolores que representan la historia de las mujeres y esos momentos históricos en los que hemos logrado añadir una vuelta ascendente en nuestro camino hacia la equidad plena.

Como en toda espiral, a veces podemos sentir que estamos dando vueltas en el mismo lugar. Inclusive, puede haber momentos en los que sintamos el vértigo de un descenso hacia el abismo de la desigualdad. Cuando eso pasa, es momento de mirar el entorno, de revisar las agendas y reafirmarnos en una aspiración genuina, honesta y amorosa de equidad.

Este 8 de marzo, en la segunda década del Siglo XXI, es precisamente uno de esos momentos en los que las mujeres estamos obligadas a reafirmarnos en nuestras luchas. No por capricho, no por querer dominar, no por intransigencia. Estamos obligadas porque el vértigo de un posible descenso nos marea y ya no queremos seguir siendo las más pobres, las asesinadas, las violadas, las hostigadas y las excluidas de nuestra sociedad. Queremos defender los derechos que ya rescatamos y exigir que se reconozcan los que nos faltan. Queremos ser felices. Felices y plenas sin tener que explicar a cada paso por qué nos lo merecemos. A fin de cuentas, no se trata de merecimiento sino del reconocimiento de que nuestra condición humana nos garantiza el derecho a la vida, al desarrollo y a la paz.

La fuerza que intenta obligarnos a retroceder y detenernos tiene nombre y apellido. Se llama avaricia, se apellida teocracia de facto y se apoda gobierno ilegítimo. Se podría llamar también indiferencia si no hacemos nada para contrarrestarla.

Para detener esta amenaza de descenso y adelantar la equidad tenemos que reunir todo nuestro valor y energía. Señalar el día e iniciar con él otro punto de ascenso en la espiral hacia la plenitud de nuestros derechos. Abrazarnos a los logros alcanzados y protegerlos. Marchar, junto a cientos de mujeres valientes y comprometidas. Este martes 8 de marzo, a las 3PM marchemos por nosotras y por el país. La cita es frente al Departamento del Trabajo. La causa: la equidad.

5.3.11

Hacia el 8 de marzo

Para que las mujeres logremos equidad y justicia, la sociedad completa debe caminar nuestro camino... Al final la equidad será para nosotras y para cada ser humano de este país.

Todavía creo en la equidad y en su poder para hacerse valer en medio de la adversidad.  Creo en la capacidad de este país para solidarizarse con la justicia y estoy convencida de que podemos superar la tentación de atrincherarnos en ideologías para actuar con las manos limpias, llenas de amor al prójimo y listas para convertirse en aquello que necesitemos para la felicidad común.  

25.2.11

Ambidiestra

Ayer escribí lo siguiente en Facebook: "Los tiempos requieren que seamos políticamente ambidiestras... Las izquierdas están tan desgastadas como las derechas y las tricheras de ambas tribus están llenas de muertos. ¿Cuándo nos comprometeremos con la humanidad?".  Más tarde en el día, una querida amiga me preguntó: "¿Qué es ser ambidiestra? ¿Ser de izquierda y de derecha a la misma vez? ¿Ser neutral? ¿Todavía en el siglo xxi en PR se puede pensar que existe la neutralidad?" (Nahomi Galindo)
Sus preguntas y el resto de sus comentarios me hicieron reflexionar y he aquí el resultado de esa reflexión:

Significa pensar libremente sin necesidad de etiquetarse y tomar decisiones desde un compromiso con la justicia. Es lo opuesto de ser neutral. La neutralidad en estos tiempos es un atentado a la vida y a la justicia.


Significa saber- y poder enfrentar- que habrá gente de ambos lados que disienta con una y que a la larga eso no importa porque ya ambos lados demostraron que desde los extremos se inhabilitan para actuar y para ser solidarias/os.

Significa saber, desde las experiencia, que la humanidad cada cual la conoce desde su cotidianidad pero que el planeta y el país trascienden nuestra subjetividad. Es saber también que cada mujer que necesita sobrevivir, que cada niño o niña que sueña y se estrella contra el sistema de educación, que cada gay que vive con miedo, que cada hombre marginado por su clase o condición social, lo que necesitan son acciones concretas y efectivas y no teorías que se quedan en las páginas de algún libro para las minorías intelectuales. La teoría sin acción carece de significado. Lo acción sin reflexión carece de norte.

Nuestra gente necesita respeto, solidaridad y proyectos que les permitan pasar de la subsistencia y la pobreza a la vida plena, para luego, desde esa vida plena (sin hambre, sin miedo, sin violencia) ser parte del pueblo que toma decisiones por el país. Así se construyen nuevas teorías, nuevas acciones, nuevas sociedades.

No hay neutralidad en lo que digo, sino más bien un convencimiento de que hay mucha gente que habla y sólo se queda por ahí murmurando discursos que pueden etiquetarse bajo un lado o el otro y mucha otra gente que no es capaz de trascender las diferencias para dar ejemplo de solidaridad a sus supuestas contrarias.

Precisamente porque creo en que es un deber pensar y actuar desde la libertad es que rechazo las alianzas forzadas- con cualquier lado- en nombre de la conveniencia o del sostenimiento de una supuesta paz social que en realidad no existe. Pensar que los sindicatos, las iglesias y los partidos (por dar algunos ejemplos) deben seguir siendo los que definan la agenda del país y que la energía deben concentrarse en apoyar o en contrarrestar lo que ellos hagan, es una pérdida de tiempo.

La agenda del país debe definirse desde las comunidades y una vez esa agenda esté clara, se debe adelantar a pesar de las izquierdas, las derechas, los cobardes, los oportunistas, los ignorantes, los egoístas, los que aún creen en grupos cerrados, los que siguen creyéndose dueños del país, los que creen que tienen la verdad agarrada por el rabo, los que traicionan los valores de sus organizaciones para supuestamente ayudarlas a sobrevivir y los que sabotean los trabajos en alianzas con sus personalidades disociadoras.

La agenda del país debe construirse desde la humildad y el amor. Como individuos no sabemos todo. Como país sí lo sabemos, como lo saben las doñitas con dubi dubi, los doncitos de la barra de la esquina, la muchachería que hace maldades en las canchas, el resto de gente que ES el país. Nuestra gente no tiene que ser perfecta para saber y se merecen la oportunidad de exponerse a los espacios que saquen lo mejor de cada uno y una.

Posicionarse de esta manera tiene un costo personal, político y social. Pero mejor es pagarlo ahora que después. Mejora pagarlo nosotras que nuestras hijas e hijos. Mejora pagarlo las que estamos dispuestas que las que no pueden porque se les va la vida en la faena de supervivencia de cada día...

Ya hay demasiados muertos en aras de las ideologías. Yo ahora le apuesto a la vida, a la valentía de quienes denuncian y actúan, a la verticalidad de quienes hacen lo correcto sin importar las consecuencias. Partiendo de la defición de ambidiestra que tú entiendes, yo también me negaría a serlo. Partiendo de la mía, creo que sí lo soy... y luego, mirando que es más importante el resultado al que aspiro (justicia, equidad, libertad), me doy cuenta de lo poco importa esa palabra.

24.2.11

Embestir

Publicada en Voces de El Nuevo Día

Ya es la hora de revolverse y embestir. Es la hora de pensar como país y no como gente que resuelve lo suyo día a día, viviendo sus propias angustias sin vincularlas a la angustia y al malestar nacional. Es la hora de las alianzas que embistan al sistema y lo corrijan de una vez. Con la fuerza de cada persona canalizada desde un colectivo solidario y honesto, libres del miedo.

El primer paso para lograr una alianza social efectiva que pueda enfrentar los retos del país es dar la espalda a los partidos políticos tradicionales. Ya no hay nada que esperar de ellos, de sus maquinarias, ni de su “disciplina de partido” que justifica el silenciamiento de la disidencia aun cuando ésta tiene la razón.

Ésos son los mismos partidos que con cada nueva elección a la vista tratan de reinventarse, pero sólo en la superficie, porque en su interior siguen siendo los mismos que por más de medio siglo, y con eslóganes distintos, han gobernado para unos pocos y han matado nuestra democracia entronizando un sistema electoral que reduce sus propuestas a 30 segundos de miedo o de promesas vacías.

El segundo paso, es desarrollar nuestra propia agenda. Una agenda de país comprometida con la justicia social, la equidad y la libertad. Parte de ese camino ya se ha adelantado con grupos y sectores sociales que por años han trabajado para reivindicar los derechos humanos de quienes han tenido que sobrevivir excluidos del sistema y al margen de un desarrollo humano pleno. Ahora sólo falta unir esas agendas y conciliar nuestras metas.

El tercer paso es echar a andar con la mirada puesta en las metas que nacerán de nuestra agenda común. Las mismas se merecen ser alimentadas desde la energía del amor al prójimo y las ganas de servir al país.

¿El cuarto paso?

No mirar para atrás. Podríamos convertirnos en estatuas de sal.

Nuestra historia, nuestra nueva historia, debe nacer de las manos honestas, libres y amorosas de un nuevo liderazgo comprometido con la felicidad y la libertad de cada persona de nuestro país.

21.2.11

¿Por quién esperan las mujeres?



Publicada originalmente en el semanario Claridad

Si a estas alturas alguna mujer todavía está esperando que alguien del gobierno la rescate, está perdida sin remedio. Con el estado actual de las cosas, no hay rescate posible ante la desigualdad, el discrimen y la violencia. No de parte de la Legislatura, no de la Rama Ejecutiva, no de los Tribunales. Ni siquiera podemos decir que es posible un rescate feminista por mejor intencionado que sea. Sólo quedamos nosotras mismas y nuestra voluntad para ser parte activa de los movimientos sociales que hoy necesitan la presencia de cada mujer para ser efectivos.

Mientras el representante Farinacci y la mayor parte de los representantes del PPD defendían a capa y espada su permanencia en la Cámara luego de las graves acusaciones de violencia machista de las cuales el mismo fue objeto, en nuestra Isla las estadísticas de muertes de mujeres por esa misma violencia tienen al país en vilo. En medio de tal crisis y como si hubiera que inventar la rueda, vemos a representantes, senadores y al mismo gobernador acumulando error sobre error en la toma de decisiones relativas a las mujeres, su vida y su seguridad. Estas acciones del sector político puertorriqueño contrastan con las tendencias internacionales y los resultados de estudios hechos en torno al tema de la violencia de género.

En el resto del planeta, expertas en género y derechos humanos reconocen que la violencia de género tiene más probabilidad de ser erradicada en países en los cuales el gobierno y sus líderes se comprometen con la equidad de géneros y la promoción de oportunidades para el desarrollo de las mujeres. El trabajo en conjunto de tres sectores es vital: gobierno, organizaciones y comunidades. Sin embargo, tal parece que en nuestra Isla deberemos trabajar el asunto desde dos sectores porque definitivamente el sector gubernamental no parece tener la intención de trabajar con buena voluntad y mucho menos con una creencia real en el concepto de equidad. Es por eso que, más que esperar ser rescatadas, las mujeres de nuestro país deberán agenciarse su rescate y de paso, agenciarse su propia participación en la toma de decisiones nacionales para evitar que más mediocres se nos queden con el poder para seguir haciendo daño.

El caso del representante Luis Farinacci y el encubrimiento colectivo de sus actos de violencia se encargaron de corroborar que quienes legislan en nuestro país aún no interpretan los actos machistas como una agresión en contra de la sociedad y de los principios de equidad y justicia. Sólo unas cuantas y unos cuantos legisladores pudieron expresar con coherencia lo que muchas mujeres hubiéramos deseado escuchar de todos los demás: Que la violencia de género es intolerable, que lo es mucho más cuando la ejerce un funcionario electo y que quienes no entiendan eso carecen de la capacidad de gobernarnos.

La representante Sylvia Corujo resumió muy bien la mentalidad gubernamental en la siguiente cita alusiva a la esposa agredida de Luis Farinacci: "Farinacci tiene mi voto. ¿Cómo yo voy a soportar tantos años de violencia doméstica y vengo a hablar después de 10 a 12 años?" La insistencia de los grupos de mujeres y de los medios de comunicación en señalar las implicaciones negativas de esas actitudes, finalmente pareció empujar la renuncia de Farinacci. Sin embargo, esa solución, aunque satisfactoria de primera intención, sólo logró evidenciar que los asuntos de las mujeres siguen siendo asuntos secundarios para la Legislatura y que depender de ella para adelantar y reivindicar los derechos humanos de las mujeres en la Isla, es un eterno ejercicio de fuerza y vigilancia en el cual podemos cometer el error de rendir nuestro poder y nuestra sabiduría ante seres cuya inteligencia e integridad están seriamente cuestionadas por sus propios actos y expresiones.

Aunque la mayoría novoprogresista intentó aprovechar la coyuntura para discursar en contra de la violencia machista desde una perspectiva de cero tolerancia, no olvidemos que esa misma Cámara de Representantes es la que aprobó medidas nefastas para el desarrollo e integridad de las mujeres, tales como la propia Ley 7, la Ley de Alianzas Público Privadas y otras tantas que fueron rechazadas por el pueblo. Su visión fragmentada de las mujeres no le permite entender que la violencia machista se alimenta de la desigualdad que se promueve desde las acciones gubernamentales y que además la pobreza, el desempleo y la marginación acrecientan la vulnerabilidad de estas.

Como evidencia de esa visión fragmentada está el hecho de que esa misma Cámara fue la responsable de aprobar el año pasado para la Oficina de la Procuradora de las Mujeres un presupuesto del fondo general equivalente a tan sólo el 19% de lo aprobado en el 2008 para esa misma Oficina. Es decir, que de $3,436,000 asignados a la OPM en el 2008, en el 2010-11 se le asignaron sólo $680,000. ¿Nos parece suficiente esa cantidad para adelantar la equidad de géneros tal y como lo establece la Ley 20 que creó la OPM? ¿Es proporcional esa cantidad al número de mujeres, niñas y viejas que existe en Puerto Rico?

El Senado por su parte, es la cara más agresiva de la Legislatura. Desde que se constituyó en el año 2009 hemos visto la entronización de políticas públicas y acciones que menosprecian no tan sólo los derechos de las minorías, sino que abiertamente se expresan desde un lenguaje religioso de corte fundamentalista que agrede la libertad de las mujeres, su derecho a expresarse políticamente y sus intentos de progresar dentro del propio sistema de gobierno.

El nombramiento de Evelyn Vázquez como presidenta de la Comisión de Asuntos de la Mujer debe haber provocado grandes carcajadas al Presidente del Senado. Probablemente se rió como un loco en su oficina antes de anunciarlo pues lo hizo a sabiendas de que la senadora carecía de la capacidad para el puesto y de que representa el peor estereotipo de la mujer superficial y corta de inteligencia que se le pudo ocurrir a cualquiera. Así, no sólo anuló los posibles trabajos de una comisión esencial en el Senado, sino que atrasó por años las luchas de otras mujeres que aspiran a llegar a la Legislatura con inteligencia, estrategia e integridad.

La Rama Ejecutiva por su parte, ha dado las mejores demostraciones de misoginia y de machismo institucional. No hay forma de que dicha rama se lave las manos cuando de agresiones hacia el sector de las mujeres se trata. Desde el desmantelamiento paulatino de la OPM, la persecución sistemática de mujeres pobres y jefas de familia por parte del Departamento de la Familia, hasta las agresiones y arrestos de jóvenes universitarias cuyo único delito ha sido pensar y actuar desde los valores de justicia y paz. La famosa “Promesa de Hombre” se escucha cada vez menos, quizás porque desde el principio tanto el Gobernador como sus asesores sabían que ésta era sólo un juego mediático sin fundamentos que sostuvieran la idea de que dicha promesa podría en efecto, erradicar la desigualdad y la violencia de género.

¿Por quién, entonces, esperan las mujeres? Espero que a estas alturas no estén esperando por nadie y ya hayan entendido que cada una es su mejor defensora. No es sentadas escuchando el radio o viendo las noticias con las manos en el pecho que haremos frente a la desigualdad y la violencia. Ya es hora de levantar teléfonos, de marchar, de escribir y de asumir con valentía lo que a cada cual le toca para autogestionar su propia libertad y felicidad como parte de este colectivo que llamamos patria-matria.

10.2.11

La que a hierro mata a hierro muere

La semana pasada el Movimiento Amplio de Mujeres exigió al Superintendente de la Policía y al gobierno que detengan las agresiones en contra de las estudiantes que se manifiestan en la UPR.  Esa exigencia fue en el contexto de lo que consideramos parte de un patrón de violencia de género en el cual los policías no sólo insultan a las estudiantes y atacan su integridad moral, sino que además invaden sus cuerpos con intervenciones innecesarias.

Ahora Rodríguez Aguiló quiere que las feministas defendamos a las policías supuestamente agredidas ayer... Pero, el que a hierro mata a hierro muere. Si se entra en actitud violenta a la UPR, si se provoca y se violentan derechos de estudiantes, si se supone que están adiestradas para mantener la ley y el orden y luego ellas y los policías varones son quienes traen la guerra... ¿qué esperaban?

La violencia siempre es reprochable, las agresiones contra mujeres cuando ocurren en virtud de su género también, pero tratar de montarse en este caballito para justificar la violencia policíaca es una hipocresía.


                                                                                                Foto © Ricardo Alcaraz

Si la presencia de la Policía no hubiera sido impuesta en la UPR, no habría estudiantes agredidas, no habría policías agredidas y no tuviéramos a un país entero temiendo por la vida de las y los manifestantes.  Si el representante Rodríguez Aguiló está tan preocupado por la violencia en la UPR que pida a su partido y a sus líderes que saquen a la Policía de la UPR.

3.2.11

Mujeres con vergüenza

Existen momentos en los que debemos reconocer cuánto nos avergonzamos de las acciones de otras mujeres. En las pasadas semanas he tenido que ver con mucho pesar cómo algunas mujeres que ostentan cargos públicos, más que actuar para la equidad y para enorgullecer a las demás, han actuado con mezquindad, con falta de amor al país y hasta con odio hacia quienes no piensan o sienten como ellas.

En la Universidad de Puerto Rico, dos mujeres han jugado un rol importante y devastador: Ygrí Rivera y Ana Guadalupe. Como sicarias de un gobierno que menosprecia la justicia y la vida del pueblo, ambas se convirtieron en el brazo que ejecuta las políticas de represión y en la boca que destila odio y desprecio hacia los reclamos del estudiantado. Alimentan los prejuicios en contra de quienes lideran movimientos sociales.

En el ámbito político partidista la lealtad a unos partidos que ya no responden a las necesidades y la realidad puertorriqueña, nubla la capacidad de algunas políticas para actuar con verticalidad ante los retos que enfrentan otras mujeres como víctimas de la violencia machista o la represión del Estado. Mientras en el caso Farinacci hubo mujeres como Sylvia Corujo y Brenda López que dieron la espalda al valor de la justicia, en el PNP otras tantas políticas han decidido ignorar los casos de brutalidad policiaca en contra de otras mujeres y peor aún, algunas como Albita Rivera la justifican y la aprueban.

Tenemos razón para avergonzarnos y para decepcionarnos. Transcurrida la primera década del Siglo XXI, el liderazgo de las mujeres sigue siendo un tema importante. ¡Necesitamos más mujeres en posiciones de liderazgo! ¡Sí! Sin embargo, cuando las afortunadas que llegan a esas posiciones son incapaces de trabajar desde el consenso y los valores éticos de justicia, equidad y paz, se cierra un espacio importante para las demás. Cierran la puerta que se abrió para permitirles ser parte de la historia y unir su nombre a los nombres de quienes les antecedieron sacrificando todo lo que se ha sacrificado para que las mujeres avancen en la historia. Se convierten en sirvientas del machismo y del miedo. Se convierten en la vergüenza de las demás.

30.12.10

Ranas y Jueyes

Miro a algunas personas de mi entorno y pienso en ranas y jueyes. Triste pero cierto.

¿Recuerdan las ranas y el famoso experimento de la olla a la cual se le sube la temperatura poco a poco? Las ranas se quedan en la olla hasta cocinarse porque se adaptan al aumento de temperatura y no se dan cuenta de que están muriendo hasta que es demasiado tarde.

Algo así pasa en Puerto Rico con los cambios que el gobierno ha hecho en la Isla en los pasados años. Unas cuantas leyes aquí, unas cuantas órdenes ejecutivas allá, un reglamento hoy, una nueva contribución mañana, un aumento la semana que viene… Y los ciudadanos-rana nadando en la olla de la indiferencia ajenos al aumento en la temperatura y cocinándose poco a poco junto al futuro de sus hijos e hijas. “¡Que protesten otros!” dicen algunas ranas. Y lo dicen genuinamente porque no sienten cómo el calor letal que emana de la violación de derechos civiles y humanos les consume sus propias posibilidades de bienestar y futuro. Se sienten cómodas muchas de esas ranas que creen estar seguras nadando en su piscina de indiferencia.

Luego, vienen los jueyes… esos que halan y cancelan la posibilidad de libertad y vida del compañero o compañera juey que estaba saliendo de la jaula en la cual están confinados… Exactamente lo que ocurre cuando dejamos que espacios como el de la UPR sean saboteados desde el gobierno y rendidos al interés político de ciertos sectores sociales a los cuales no les interesa que la clase media y la de bajos ingresos salga de la jaula de la desigualdad.

Quien crea que el conflicto de la UPR se trata sólo de la universidad y los estudiantes, vive en otro planeta o padece de una gran torpeza moral y mental. El conflicto de la universidad pública de nuestra Isla es nada más y nada menos que el resumen del conflicto nacional que por más de dos años ha estado tocando a las puertas de nuestra conciencia colectiva y que ya no podemos seguir negando… a menos que estemos en el reino de las ranas y los jueyes y hayamos decidido cocinarnos a fuego lento hasta morir.

13.12.10

Tres generaciones- Una UPR

A finales del Siglo XIX nació mi abuelo paterno. Con toda probabilidad fue hijo de esclavos libertos y no tuvo la posibilidad de pensar en estudios universitarios. Era negro. Mi abuela paterna nació con la UPR, en el 1903, y a pesar de ser una mujer inteligente, sólo llegó al octavo grado porque en sus tiempos, en su pueblo, en el Puerto Rico de ese entonces, no se pensaba que era importante que las mujeres estudiaran y no había escuelas accesibles en todas las zonas geográficas de la Isla. De nada le valieron sus hermosos ojos verdes, esa belleza bondadosa que la acompañó hasta el final de sus días y su gran inteligencia. Era pobre. Ya adulta, la pobreza extrema en que la dejó la viudez, la obligó a enfrentar- a pesar del miedo pero con amor y entereza- a un sistema económico y social que no tenía cabida para gente como ella y como sus hijos e hijas. Aún así, mi padre y sus herman@s lograron estudiar y hacerse maestros y maestras.

Mi madre también llegó a la UPR y en sus viajes para estudiar conoció a mi padre… Ambos fueron maestros por 30 años y su formación académica benefició no sólo a nuestra familia, sino a cientos de familias cuyos niños y niñas pasaron por sus salones de clase.

Mi padre no hubiera salido de la vida de marginación y pobreza que vivía su familia sin la UPR. Mis hermanos y yo no hubiéramos tenido una oportunidad real de estudiar sin la UPR. Los salarios de dos maestros no hubieran sido suficientes para pagar una universidad privada y a la vez pagar hospedaje, libros y todos los gastos que se generan cuando una estudiante tiene que salir de su pueblo a estudiar. No todo el mundo tiene derecho a beca. En el caso de mi familia, caíamos en una zona económica en la cual se encuentran muchas familias hoy: ingreso muy alto para recibir beca y muy bajo para cubrir los gastos. Lo que nos permitió estudiar fue el costo de matrícula- $15 el crédito- y muchos sacrificios de parte de mami y papi.

Así que mi madre y padre fueron nuestra primera generación en la UPR, mis hermanos y yo la segunda y ahora mi ahijada es la tercera. El año próximo mi hija también ingresará en la UPR… si la misma todavía existe como debe existir: como un centro de aprendizaje de excelencia, laboratorio de ideas, imán para las diversidades y espacio para construir equidad.

Estas tres generaciones han pasado por la UPR como parte de un proceso de evolución social que visto desde la individualidad puede parecer insignificante pero que en realidad no lo es. Evolucionamos desde la realidad de un esclavo negro del Siglo XIX atravesando la vida de una familia cuyos hijos e hijas conocieron la extrema pobreza y sufrieron discrimen social y racial y llegamos hoy, más de un siglo después, hasta una familia amplia que goza de mejor calidad de vida y que indudablemente siente que es su deber aportar para que otras familias también vivan en bienestar.

La evolución de nuestra familia es la evolución de un país en el que la universidad del Estado ha permitido que más personas estudien y que las reglas del Siglo XIX se subviertan. Desde el Siglo XX estudiar en una universidad dejó de ser un privilegio de familias adineradas y se convirtió en un derecho para el resto del país. Quienes fundaron la UPR muy probablemente no imaginaron que un siglo después la universidad estaría en jaque y en peligro de caer como víctima de una guerra ideológica en la cual su propia administración desprecia la historia y la importancia de este proyecto de equidad y democracia que es nuestra Universidad.

Es bochornoso escuchar al Presidente de la Universidad y a integrantes de la Junta de Síndicos utilizar intencionalmente los prejuicios del país para debilitar la imagen de los grupos estudiantiles y de la sociedad que defienden la educación post secundaria como derecho. Es triste e indignante escuchar a líderes del gobierno hablar con violencia en contra de quienes piensan distinto a ellos. Pero más triste aún, es ver cómo el resto del país- y algunos estudiantes de la propia UPR- miran con indiferencia lo que pasa y se hacen de la vista larga. No se percatan, estos últimos, de que el asunto de la UPR nos atañe a todas y todos porque se está jugando el futuro de nuestra democracia, de los sueños de las niñas y niños que aspiran a estudiar carreras, de las comunidades que evolucionan, progresan y sobreviven gracias a las aportaciones de sus hijos e hijas cuando estudian y se preparan para servirles.

Cuando el gobierno y la administración de la UPR dan por sentado que cualquiera puede pagar la cuota que quieren imponer y que las Becas Pell resuelven cualquier inconveniente económico que la misma provoque, piensan como personas enajenadas de la realidad económica de miles de familias de clase media (si aún existe) y de las otras tantas miles de familias de muy bajos ingresos que no podrán cubrir todos los gastos de sus hijos e hijas universitarias.

Hay varias premisas que seguramente están en sus cabezas y que, a su vez, sustentan prejuicios terribles que sólo existen en mentes de personas carentes de amor y bondad a la hora de pensar en el país que les vio nacer.

Estas personas seguramente piensan:

◦ Que todo el mundo estudia en el mismo pueblo en que su familia vive- En su realidad de personas que en su mayoría vive en la zona metropolitana, seguramente se les olvida que existen 77 municipios adicionales, algunos a horas de viaje de los recintos de la UPR. Al olvidar esto, olvidan que miles de estudiantes deben encontrar y pagar hospedaje para poder estudiar.

◦ Que el único gasto de los y las estudiantes es la matrícula- Claro, claro… el resto de los mortales sabemos que hay que comprar libros, pagar copias, pagar transportación, materiales, alimentos y más. Sin embargo, las personas que están tomando decisiones en la UPR no tienen estos gastos presentes, no porque no los tengan también, sino porque no le representan un reto económico o mental como a las familias de los estudiantes y a las propias estudiantes que a veces deben trabajar para sufragar estos gastos.

◦ Que quien no estudie en la UPR puede irse a tomar un curso técnico en algún instituto- Este pensamiento tiene un claro sesgo de clase social pues da por sentado que para sus hijos e hijas lo digno y lo apropiado es estudiar carreras profesionales complejas y que para el resto del país basta con tener un oficio. Lo cierto es que aunque los oficios son importantes, todo/a joven debe tener la oportunidad de elegir qué estudiar y cómo aportar al país. Necesitamos gente de todos los sectores representándonos en los espacios en los que se toman decisiones que afectan al país completo. Para garantizar esa representación, debemos garantizar una UPR accesible para todas y todos.

◦ Que ellos- los políticos y administradores- sí gastan en estudios de sus hijos porque los envían a estudiar fuera del país y “eso sí que es caro”- Siempre mirando hacia los Estado Unidos, dejan de mirar otros países en los cuales la educación post secundaria es gratuita o muy económica. Los costos de la educación universitaria no deben evaluarse con parámetros de mercados o precios de competencia. La teoría de oferta y demanda no aplica en este análisis pues la línea de pensamiento debe ser otra. El análisis de los costos de la UPR debe hacerse partiendo de la siguiente pregunta: ¿Cuán importante es para Puerto Rico garantizar que sus hijos e hijas accedan a educación post secundaria y se integren al sector empresarial, industrial, gubernamental, comunitario y político? ¿Cuánta falta nos hacen voces diversas, libres, bondadosas y amorosas?

Mi historia familiar es la historia de muchas otras familias y podrá ser la historia de muchas más si como país elegimos la UPR y lo que ella significa: libertad, equidad y democracia para todo el país y no sólo para una élite.

25.11.10

Agradecer con acciones- Hoy se conmemora el Día Internacional de No Más Violencia Hacia las Mujeres

Mi primer pensamiento de hoy fue para las mujeres de Puerto Rico y del mundo que tendrán que enfrentar durante este día algún incidente de violencia. Luego pensé, con mucho amor, en las personas que a diario dedican su energía y trabajo a erradicar esa violencia y otras desigualdades que nos devoran la felicidad y la libertad como nación y agradecí el privilegio que tengo de conocer a algunas de ellas. Agradecí también el tener la certeza de que ya la violencia de género no es socialmente aceptable a pesar de quienes predican a favor de la desigualdad… y como no tengo un dios a quien agradecer, soy de las que pienso que la mejor muestra de agradecimiento al mundo, al universo y a quienes nos rodean es la que se demuestra con acciones.


Debo admitir que llevo días sintiéndome incómoda con la idea de que hoy, el Día Internacional de No Más Violencia Hacia las Mujeres, quedará silenciado en nuestra Isla debido a que coincide con el Día de Acción de Gracias.

Una mirada rápida por los principales periódicos de la Isla demuestra que tengo razón. Predominan las noticias triviales relacionadas con comida, oraciones de agradecimiento y compras de navidad. Todas estas noticias son cómodas. También es cómodo justificar nuestra desconexión de las necesidades del prójimo aduciendo que dentro de toda esta crisis nacional, siempre hay que sacar tiempo para tener un rato de felicidad, compartir en familia y seguir las tradiciones. La felicidad es una aspiración humana, es cierto, pero vivirla en el vacío y sin tener plena conciencia de lo que hacemos es parte de una gran mentira.

¿Cuán cómodas podemos sentirnos sabiendo que nos rodea una gran mentira social?

Las estructuras familiares, sociales, culturales, económicas, religiosas y políticas que por años han sostenido nuestra vida cotidiana están en este momento en una precaria situación de falta de credibilidad. ¿A qué me refiero? A que ya no podemos creer a ojos cerrados en las cosas que nos han traído hasta este momento histórico.

Es fácil que las personas que cuentan con algunos recursos se concentren en utilizarlos para su propio bienestar. Accedemos a Internet, compramos ropa, zapatos, autos, computadoras, objetos de decoración, televisores de plasma y muchas cosas más. Compramos y consumimos comida de toda clase y en exceso. Creemos genuinamente que necesitamos todas esas cosas para ser felices.

Si nos empeñamos, podemos elegir qué ver y qué no ver de lo que pasa en el resto del país y del mundo. Podemos sentirnos tranquilas hoy dando gracias por la familia, por lo que tenemos, por lo que hemos vivido… y como hemos decidido ignorar las partes oscuras de la realidad, no sentimos ni una sombra de culpa o pesar que nos quite el hambre cuando nos sentamos a la mesa para nuevamente consumir en exceso. Yo misma he caído en esa trampa… en muchas ocasiones, durante muchos años y hasta muy recientemente. He corrido, como mucha gente, una carrera desbocada para adquirir casa, carro, cosas que me parecían esenciales para vivir. Pero, agraciadamente, he tenido la suerte de encontrar en el camino cosas más valiosas por las cuales no hubiera tenido que correr tanto.

En los últimos años, las mujeres que reciben servicios en Matria se han encargado de enseñarme a quitar de mi mundo esos velos que me convertían en una persona muy ignorante. No es que ya sea una sabia. Todavía me quedan muchos velos que descorrer. Pero al menos ya veo a quienes tengo alrededor. Las veo. Veo a muchas personas con realidades que no se merecen vivir y que serían mejores si en nuestra sociedad predominara la justicia y no el principio de “sálvese quien pueda que yo resuelvo lo mío”.

Hoy en especial, veo a las mujeres. Veo cómo pueden pasar una noche en vela mientras grupos de jóvenes se tirotean en su vecindario sin que una patrulla de la policía venga a intervenir. Veo a las que duermen en el piso porque no cuentan con el dinero para un matress. Veo a las que no pueden mantener un trabajo porque en la escuela de sus niños y niñas hay un sistema de horario reducido que cambia caprichosamente. Veo a las que pierden su trabajo porque no cuentan con transportación para llegar a él. Veo a las que son madres y sufren porque ven a sus hijas en medio de una situación de violencia y no encuentran respuestas en el sistema. Veo a las adolescentes embarazadas que han creído encontrar en ese bebé el amor que más nadie le ha dado hasta ahora y veo a las madres que centraron su vida en un hijo o hija que al crecer les abandonó. Veo a las ancianas que pasan los días solas y que miran con asombro cómo el mundo que conocían ya no existe. Veo a las mujeres que necesitan servicios médicos y sólo encuentran cinco segundos de atención de algún profesional que está más preocupado por facturar que por ver a la mujer que tiene al frente. Veo a las niñas que sufren en silencio el abuso sexual de personas en las que confiaron y a quienes aman. Veo los corazones cansados de las mujeres que aman, aman y aman a todo el mundo menos a ellas mismas porque se les enseñó que no son dignas de amor. Veo a la mujer que espera por horas en la parada de guaguas públicas y mira con miedo alrededor. Veo a las transexuales que sueñan en las mañanas con otra vida mientras duermen el cansancio del trabajo sexual de la noche anterior porque hay quienes piensan que ese es su único destino en esta sociedad. Veo a las mujeres que trabajan por horas y se conforman con las alegrías de sus hijos porque ellas ya no sienten esa alegría en su cuerpo extenuado de tantas horas de trabajo. Veo a las mujeres que se desesperan cuando ven sus niños actuando desde la locura y no saben a dónde acudir. Veo a las que no duermen pensando cómo alimentarán su familia al día siguiente. Veo a las que sonríen por fuera aunque por dentro estén destrozadas. Veo a las que complacen a su agresor pensando que así se evitarán los golpes. Veo a las que sirven las causas y luego se tienen que meter en las cocinas mientras otros usurpan el poder. Veo a las que disfrazan su inteligencia porque están convencidas de que ser inteligentes les hará verse mal. Veo a las que sufren las pedradas de quienes se creen dueños de los juicios morales y los ajustan a su conveniencia. Veo a las que mueren apenas nacidas porque fueron niñas y no varones.

Veo el hueco negro y profundo de la desigualdad y cómo éste se mantiene instaurado en el centro de nuestro quehacer cotidiano mientras todo el mundo le pasa por el lado.

Agraciadamente, también veo otras cosas. Cosas que dan esperanza… como el trabajo de compañeras y compañeros que tienen sus ojos abiertos y aman lo suficiente como para no voltear la cara y poner sus manos al servicio de los demás. Veo a quienes deciden abrir sus ojos un día cualquiera, se perdonan por no haber visto antes y también trabajan. Veo a jóvenes valientes que usan la fuerza de sus convicciones para traer luz a esta patria. Veo a mujeres y hombres maduros que trascienden sus historias y se solidarizan con quienes más necesitan. Veo a quienes abandonan las zonas cómodas y se incomodan de verdad, se incomodan lo suficiente como para levantarse a trabajar en comunidad.

Ahí está la receta para la paz. Esas son las cosas que debemos agradecer. Agradecer con acciones más que con oraciones…

24.11.10

Un día antes del Día Internacional de No Más Violencia Hacia las Mujeres: Pavo y salchichas



Este año el Día de Acción de Gracias coincide con el Día Internacional de No Más Violencia Hacia las Mujeres. Una coincidencia que provee a nuestras familias la oportunidad de hacer una reflexión profunda sobre la violencia de género desde un espacio de amor y solidaridad.

Pensar en pobreza, desigualdad y violencia en un día festivo es algo que puede molestar. Mucha gente querrá pensar en pavos y no en las salchichas que estarán a la mesa de tantas otras familias. Esta es una realidad difícil de aceptar. Tan difícil, que he escuchado a personas que aprecio mucho decir que en Puerto Rico no existe pobreza extrema y que aquí no se pasa hambre. Sabiendo que quienes dicen esto son personas buenas, debo concluir que lo dicen y lo creen por falta de información.

Para quien vive la pobreza a diario no hacen falta estadísticas para saber que la pobreza existe. Para quienes trabajamos a diario para erradicarla, tampoco.

Las estadísticas, sin embargo, están aquí para ayudarnos a ver. El Censo estimó que entre los años 2006 al 2008 sólo un 41% de las mujeres en edad de trabajar estaban empleadas. Muy probablemente, muchas de ellas estén en el grupo del 25% de las familias de la Isla que viven con $10,000 o menos al año. Esto quiere decir que pasan y sobreviven su día con $27 para toda la familia. ¿Qué se puede comprar con eso luego de pagar renta, agua y luz? Consideren, además, que en Puerto Rico se perdieron 189,000 empleos de mujeres en los pasados tres años, lo que debe haber agravado estas estadísticas.

¿No es la pobreza una de las manifestaciones más profundas de la desigualdad? La pobreza es, además, una forma de violencia social que aniquila a quien la tiene que vivir. ¿Y cómo sentarse a una mesa llena de comida o amanecer en una tienda el viernes como si todo estuviera perfecto en el país? No hay que perder la alegría. No se trata de eso. Se trata de compartirla desde actos de amor y solidaridad. Se trata de saber y de reconocer que hay mucho que cambiar aún. Se trata de reconocer que todas y todos debemos cambiar.

23.11.10

2 días antes del Día Internacional de No Más Violencia Hacia las Mujeres: Gobierno, medios y país- El discurso machista y fundamentalista como herramienta de control gubernamental

En el año 2008, Matria y otras organizaciones aliadas trabajaron una serie de propuestas que sometieron a todos los partidos políticos de la Isla. Estábamos en plena efervescencia eleccionaria y ya sabíamos lo que esperaba al país si los grupos fundamentalistas y de ciertos sectores económicos que invadieron los medios y las posiciones de poder de algunos partidos lograban prevalecer en noviembre de 2008.

Las claves que nosotras percibíamos estaban presentes en noticias, discursos políticos, páginas web, periódicos, iglesias de toda clase y radio.

En aquel momento el mensaje del Movimiento Amplio de Mujeres de Puerto Rico no había logrado la resonancia mediática que alcanzó en el año 2009. Desde Matria, habíamos logrado una cierta presencia pública, pero siendo principalmente una organización pequeña de servicios, tampoco habíamos logrado un reconocimiento tal que nos permitiera llegar al país con un mensaje de advertencia que de alguna manera contarrestara toda la campaña mediática del Partido Nuevo Progresista. Queríamos hablarle al país de derechos humanos, de la importancia de respetar la diversidad, del riesgo en el que nos encontrábamos que se borrara la línea que debe separar la Iglesia del Estado y de cómo la pobreza aumentaría si se permitía que se implementaran las propuestas de dicho partido. Nosotras no éramos militantes en ningún partido político, así que nuestras acciones políticas eran independientes y por lo mismo difíciles de comprender en un país en el que la democracia se veía como un ejercicio de votación partidista cada cuatro años.

De las muchas propuestas que sometimos a los partidos, hubo unas en especial que se relacionaban con el campo de las comunicaciones. Textualmente las propuestas leían como sigue:

Hoy en día las tecnologías de comunicaciones son vitales para garantizar el acceso a la información de todas las personas y a la vez, para brindarles el poder necesario para participar activamente en los procesos democráticos. Los medios de comunicación pueden jugar un rol importante en el desarrollo de una imagen positiva, no estereotipada por género de las mujeres en la Isla y en el mundo. Tomando en cuenta esto, proponemos:


1. Proveer recursos accesibles, innovadores y costo efectivos para proyectos de comunicación y tecnología que promuevan la equidad por género.


2. Revisar los anuncios, publicaciones y manejo de medios por parte del gobierno para asegurarse de que éstos sean equitativos por género y no promuevan roles estereotipados que impidan el acceso de las mujeres a los servicios de éste y su pleno desarrollo.


3. Regular los co-auspicios en los cuales el gobierno incursiona para prohibir la inversión de recursos gubernamentales en actividades o programas artísticos y/o culturales en los cuales se expone de manera negativa la imagen de las mujeres, se promueven estereotipos por género o se fomenta o justifica la violencia en contra de éstas.


4. Sensibilizar la opinión pública sobre las causas y efectos de la desigualdad de género en la sociedad.


5. Fomentar imágenes revalorizadas y productivas de las mujeres.”

No hay que buscar demasiada información para saber que el gobierno electo en las elecciones del 2008 no sólo resultó ser el PNP, sino que ignoró totalmente las propuestas que le sometimos.

Cada una de nuestras propuestas recibió una dura respuesta desde las tres ramas gubernamentales de nuestra Isla.

Los anuncios pautados por agencias de gobierno como el Departamento de la Familia, fomentan una imagen distorsionada de las mujeres y crean una expectativa social anacrónica que las supedita nuevamente al espacio doméstico y de la maternidad. Todavía resuena en mis oídos la voz de la Secretaria de la Familia cuando dijo que las mujeres debían actuar como las gallinas y proteger a sus hijas e hijos.

El proyecto de educación con perspectiva de género que pudo haber iniciado una nueva era para nuestra infancia permitiéndole vivir un proceso de transformación en el lenguaje, la ética y la manera de relacionarse en comunidad, fue enterrado como si se tratara de una propuesta satánica.

En vez de sensibilizar al país sobre la desigualdad de géneros, el mensaje gubernamental intenta invisibilizar esa desigualdad y trivializarla con anuncios e intervenciones en prensa en los que se culpabiliza a las mujeres de la violencia machista, se ponen parchos con la “promesa de hombre” y se crean campañas pensadas desde la estética y no desde la ética y el conocimiento sobre el origen de esa desigualdad.

¿Qué imágenes de las mujeres hemos recibido desde el gobierno? Imágenes de mujeres descontroladas, totalmente supeditadas a la voluntad de un partido político y enajenadas de las luchas que otras mujeres sostienen desde la sociedad civil.

La proyección mediática de nuestro gobierno en torno al tema de género acrecienta la desigualdad y fomenta el odio hacia todo lo que sea diferente o se salga de sus normas. Siendo una realidad que el avance en el campo de los derechos humanos de las mujeres ha sido siempre el resultado de la transgresión de las normas establecidas por el patriarcado, las nuevas transgresoras- las mujeres que trabajan para otras mujeres desde la perspectiva de género- se convierten en enemigas del estado.

El reto en esta guerra mediática, es lograr enviar un mensaje coherente que se sustente con acciones gestadas desde el valor de cada una de nosotras. Afortunadamente, no estamos solas y muchas otras compañeras y compañeros de los medios de comunicación aportan desde sus espacios una nueva mirada que permite a las ciudadanas y ciudadanos comunes entender que la transgresión es- en este caso- un asunto de principios, de evolución humana y en definitiva de amor al prójimo y a la libertad.

Dedicatoria II Jornada Bloguera: No más violencia contra las mujeres

Publicada en los blogs Mujeres en Puerto Rico y Poder Cuerpo y Género

Esta II Jornada Bloguera: No más violencia contra las mujeres ha sido coordinada desde tres áreas geograficas distantes pero prevaleció el entusiasmo. Las herraminetas tecnológicas contribuyeron para que se realizará a pesar de las diferencias de horarios y de las distancias.


En esta ocasión seleccionamos el área de los medios y su impacto en las representaciones del género. Cómo decía la intelectual Susan Sontag, los medios de comunicación son una “maquina de opinión”. Esto para señalar de manera crítica el poder que tienen los medios de comunicación mainstream en la sociedad. Es importante no sólo recordar sino además destacar que en las profesiones vinculadas a los medios mainstream tienen responsabilidades en cómo se representan el sexismo y la violencia contra las mujeres.

Afortunadamente no es homogenea la actitud ante estos asuntos. Por un lado estan quienes reproducen y refuerzan la desigualdad; por otro, lado estan aquellas personas que contribuyen a tener una visión crítica y que contribuyen a la transformación de la desiguadad de género y en contra de la violencia hacia las mujeres. Además, existen un abanico de tendencias entre esta aparente dicotomía.

Por eso esta II Jornada es dedicada a las mujeres profesionales de los medios que han contribuido en transformar el sexismo y la violencia contra las mujeres. Dedicamos esta jornada a esas mujeres que en su trabajo en los medios dan visibilidad a otras mujeres, que abordan de manera ética los asesinatos de mujeres a manos de sus parejas o exparejas; que ponen sobre la mesa los problemas del fundamentalismo religiosos; aquellas que ayudan a transformar los estereotipos; que presentan el género como un asunto transversal; aquellas que usan lenguaje inclusivo; que reconocen la diversidad de mujeres existentes (no homogeneización); aquellas que hablan de la violencia económica contra las mujeres; y que visibilizan la feminización de la pobreza. Se lo dedicamos a las mujeres que comenzaron a tranformar estas desigualades en los medios y a aquellas que lo han continuado.

22.11.10

3 días antes del Día de No Más Violencia Hacia las Mujeres: El silencio

Hoy he optado por el silencio.  Silencio e introspección.  Miro a mi alrededor y veo cómo vivimos tantas mentiras que nos matan poco a poco y matan a las niñas y mujeres del futuro y me quedo sin respuestas.  ¿Cómo vivir desde la verdad si nuestra naturaleza humana a veces es tan frágil?  A veces temo.  Otras tengo coraje.  Siempre trato de amar.

21.11.10

4 días antes del 25 de noviembre: ¿Conformarse con lo menos?


Hoy se publicó en un periódico del país un reportaje titulado Sin límites en la fuerza laboral. El mismo intenta resaltar la idea de que “el poder femenino ya no tiene límites”. ¡Alto! ¿Es esto cierto? ¡Ojalá!

No cabe duda de que las mujeres hemos avanzado enormemente en el campo laboral y en muchos otros campos. Este aumento en la participación laboral de las mujeres, así como el aumento en su nivel de escolaridad es algo digno de celebrarse. Lo que no podemos hacer es pensar que ya todo se logró, que estamos bien, que ya logramos la equidad. Si eso fuera cierto, las estadísticas del propio reportaje serían muy distintas…

Que sólo un 3% de los taxis turísticos sean conducidos por mujeres, no parece una estadística balanceada. Tampoco es una estadística balanceada la que revela que sólo el 3% de los empleos de construcción son de mujeres. De hecho, esta estadística en especial debería preocuparnos bastante si consideramos que el gobierno está empecinado en incentivar un llamado “crecimiento económico” en la Isla a base de la creación de empleos en ese sector pues implica que los empleos no serán para nosotras.

Una tasa laboral de 35% en comparación con el 53% de los varones es otro dato para mirar, anotar y subrayar. Si consideramos que en Puerto Rico el 32% de las familias son lideradas por mujeres y que según estadísticas de diversas fuentes de gobierno aproximadamente el 58% de esas familias vive bajo el nivel de pobreza, nos percatamos en seguida de que el panorama no es tan positivo como para decir que nuestro poder no tiene límite.

A nivel político, el desbalance en el número de mujeres en la Legislatura y la Rama Ejecutiva es evidente y más evidente aún la falta de perspectiva de género de la mayoría de las legisladoras y secretarias de departamentos. ¿Nos conformamos con eso?

Lamentablemente el poder femenino tiene límites… todavía.

¿Límites de los cuales somos nosotras mismas las responsables? ¿Límites nacidos de algún rasgo atribuible a nuestro género? Escribo esto y no puedo evitar una sonrisa un tanto triste.

En Puerto Rico los límites al poder de las mujeres los imponen muchas cosas. En este momento uno de esos límites, el del machismo, es reforzado de manera consistente por las acciones gubernamentales y las prácticas religiosas que insisten en decir a sus feligresías que las palabras bíblicas ordenan un estado de subordinación y silencio para todas las mujeres.

De ahí, y de otras tantas formas de desigualdad que afectan no sólo a las mujeres, sino a otros sectores, surgen circunstancias que construyen un dique de prejuicios y de violencia que efectivamente limitan nuestro poder, nuestra libertad y nuestra felicidad.

Ese dique cuenta con ladrillos de discrimen por género, arcilla de desprecio o desvalorización por todo lo que parece femenino como la sensibilidad o la capacidad de llegar a consensos, cuenta con varillas de pobreza que incluyen la falta de acceso a servicios de salud sexual y reproductiva, de educación, de transportación y hasta de vivienda y está empañetado con las excusas y justificaciones que cada cual se inventa, se cree y expresa para que nos conformemos con lo menos, pudiendo tener lo más.

¿Y qué es lo más? No es la supremacía. No es quedarnos con el mundo como dice alguien en el artículo. Se trata de alcanzar lo que nos merecemos y necesitamos. Se trata de desarrollar nuestras capacidades. Se trata de equidad.

20.11.10

A 5 días del Día de No Más Violencia Hacia las Mujeres: Esperando el descanso

¿Es posible descansar y relajarse sabiendo que lado a lado, a la vuelta de la esquina de nuestras propias vidas, existe tanto dolor y sufrimiento?  Busco respuestas y trato de que las buenas noticias se conviertan en estaciones de descanso para el espíritu.  Luego me levanto, retomo el amor hacia mi país, y sigo trabajando mientras espero otra estación de esperanza.

El descanso de verdad llegará cuando sepamos que existe la equidad...

19.11.10

A 6 días del Día de No Más Violencia Hacia las Mujeres: La colonia que acrecienta la desigualdad

¿Qué mayor violencia que la que nace de un estado colonial?  Esa violencia, que es necesaria para sustentar un estado de dominación política de un país sobre otro, es una de las tantas intersecciones de opresión que atraviesan a las mujeres de nuestra Isla.

El estado colonial basa su existencia en la premisa de que el país colonizado es inferior.  La desigualdad de géneros y la violencia machista se autojustifican en la premisa de que las mujeres somos inferiores.  Ambas premisas degradan a los seres humanos, ambas son una vergüenza para la humanidad, ambas nos restan dignidad.

¿Cómo abogar por la descolonización y ser machista?  Imposible.

¿Cómo aspirar a la libertad y no ser solidarias con las causas de la equidad?  No hay manera.

Abogar por la equidad de las mujeres es caminar hacia la libertad.  Lograr esa equidad es saber que la patria será libre.  Las mujeres libres sólo saben de amor a la justicia y sus acciones serán el apoyo necesario para alcanzar la libertad de todas y todos.

18.11.10

7 días antes del Día Internacional de No Más Violencia hacia las Mujeres: Parir en Puerto Rico

Hoy precisamente se cumplen 11 años de la última vez que parí. Sebastián, mi hijo menor, nació a las 11:04 de la mañana asistido por una partera, en medio de una finca, en un día lluvioso de tormenta. Todo salió perfecto a pesar de que no había agua ni luz… Otras personas pensaban que era una locura parir en la casa, y más locura aún parir en esas condiciones…

Mi segundo hijo, Jaime, también nació en casa. Quizás por ser el primero que parí en el hogar- Isadora nació en el hospital- con él tuve que dar más explicaciones a todas las personas a mi alrededor… ¿Por qué quería parir en casa? ¿Qué haría si algo salía mal? ¿Qué pasaría con la higiene? ¿No quería tener el beneficio de los medicamentos de un hospital? Por último, hasta tuve que escuchar sentencias del tipo: “¡Si le pasa algo al bebé será tu culpa!”.

Hablar de todo esto, un día como hoy no es casualidad. Recuerdo muy bien el día en que escuché por primera vez a una partera hablar acerca de su oficio. Lo que más me impresionó fue el respeto y el amor que emanaban de sus palabras. Ella veía y concebía el proceso de embarazo y parto de una mujer como un proceso natural, sano y de alegría. La descripción sobre el trabajo de las parteras en la Isla- y en otros lugares del planeta- fue reveladora. Muy en especial porque ya yo había parido en un hospital a mi primera hija y podía comparar ambos procesos. Ese mismo decidí que mi próximo parto sería en la casa. Quería estar segura de que el proceso de parto sería mío. Quería estar al tanto de cada parte del proceso y ejercer mi libertad como mujer que se amaba, que amaba a su bebé y que sabía portadora de la sabiduría necesaria para traerlo al mundo.

¿Por qué tantas mujeres llegan al hospital a parir sin saber qué pasará con su cuerpo? ¿Por qué los hospitales toman decisiones por ellas? No es culpa de las mujeres. Es lo primero que hay que aclarar antes de dar respuesta a ambas preguntas. Yo he sido testigo de cómo otras mujeres se enfrentan a un sistema de salud que ve al parto como una enfermedad y que por lo tanto, desde una postura en la cual se otorga el poder “al que sabe”- al médico- se despoja “la enferma” – a la mujer - de toda capacidad decisional. Se le percibe como ignorante, como problemática si pregunta mucho y como una potencial enemiga si se queja de algún procedimiento.

Para que algo así suceda, tiene que haber algún paradigma social más profundo. Ese paradigma no es otra cosa que la idea de que las mujeres son seres inferiores. Se oye feo, feísimo, pero es verdad. Probablemente algún médico se escandalice de escuchar algo así. No dudo de la buena fe de la mayoría de los doctores y doctoras que intervienen en el proceso de embarazo y parto. Pero aún así, debemos reconocer que ese paradigma, que no es otra cosa que una manifestación de desigualdad, está tan arraigado en nuestras mentes, que a veces operamos desde él y nos autoengañamos pensando que hacemos lo que hacemos por razones de seguridad, de salud, de administración y miles de excusas más.

Así que hoy, a 8 días del Día de No Más Violencia Hacia las Mujeres y a once años del parto de Sebastián, les invito a mirar algo tan natural como el proceso de parir a la humanidad y se pregunten si parir en Puerto Rico es al día de hoy una experiencia liberadora o violenta para nuestras mujeres.

La violencia de género no se limita a la llamada “violencia doméstica”. La violencia de género también se ejerce cuando se resta autonomía al pensamiento y acción de una mujer, cuando se le obliga a obedecer y se restringe su proceso de toma de decisiones en un momento tan trascendental y profundo como el momento del parto, cuando se le trata como a un ser torpe o sin inteligencia al cual hay que obligar a hacer, aceptar o acatar decisiones ajenas sin explicación alguna.

La contraparte positiva, la que nos permite rescatar la libertad y dignidad de las mujeres, la podemos ver en las iniciativas de parto amigable. Los hospitales que trabajan bajo ese paradigma respetan la mujer y su autonomía sin que ello implique poner en riesgo su salud o la del bebé. Claro, si me pregunta a mí, yo prefiero las parteras… por eso les incluyo más abajo el enlace para la página web de la Hermandad de Parteras de Puerto Rico.  ¡Ah, y no puedo dejar de agradecer a la maravillosa partera que me acompañó en estos viajes de vida: Debbie Díaz!

http://www.hppr.ws/motivo.html

Yo no voy a llorar por Puerto Rico

No voy a llorar por Puerto Rico. Voy a luchar por él. Esa ha sido mi consigna personal desde hace muchos años y no voy a cambiarla por un re...