Cuando las mujeres nos negamos a asumir el rol de princesas desvalidas que nos asigna la sociedad, inmediatamente nos convertimos en brujas y rebeldes. Pero, después de todo, ¿es tan malo ser una bruja rebelde? Reafirmar nuestra identidad, reclamar espacios para la equidad es cosa de todas... de brujas y ex-princesas.
25.2.11
Ambidiestra
Sus preguntas y el resto de sus comentarios me hicieron reflexionar y he aquí el resultado de esa reflexión:
Significa pensar libremente sin necesidad de etiquetarse y tomar decisiones desde un compromiso con la justicia. Es lo opuesto de ser neutral. La neutralidad en estos tiempos es un atentado a la vida y a la justicia.
Significa saber- y poder enfrentar- que habrá gente de ambos lados que disienta con una y que a la larga eso no importa porque ya ambos lados demostraron que desde los extremos se inhabilitan para actuar y para ser solidarias/os.
Significa saber, desde las experiencia, que la humanidad cada cual la conoce desde su cotidianidad pero que el planeta y el país trascienden nuestra subjetividad. Es saber también que cada mujer que necesita sobrevivir, que cada niño o niña que sueña y se estrella contra el sistema de educación, que cada gay que vive con miedo, que cada hombre marginado por su clase o condición social, lo que necesitan son acciones concretas y efectivas y no teorías que se quedan en las páginas de algún libro para las minorías intelectuales. La teoría sin acción carece de significado. Lo acción sin reflexión carece de norte.
Nuestra gente necesita respeto, solidaridad y proyectos que les permitan pasar de la subsistencia y la pobreza a la vida plena, para luego, desde esa vida plena (sin hambre, sin miedo, sin violencia) ser parte del pueblo que toma decisiones por el país. Así se construyen nuevas teorías, nuevas acciones, nuevas sociedades.
No hay neutralidad en lo que digo, sino más bien un convencimiento de que hay mucha gente que habla y sólo se queda por ahí murmurando discursos que pueden etiquetarse bajo un lado o el otro y mucha otra gente que no es capaz de trascender las diferencias para dar ejemplo de solidaridad a sus supuestas contrarias.
Precisamente porque creo en que es un deber pensar y actuar desde la libertad es que rechazo las alianzas forzadas- con cualquier lado- en nombre de la conveniencia o del sostenimiento de una supuesta paz social que en realidad no existe. Pensar que los sindicatos, las iglesias y los partidos (por dar algunos ejemplos) deben seguir siendo los que definan la agenda del país y que la energía deben concentrarse en apoyar o en contrarrestar lo que ellos hagan, es una pérdida de tiempo.
La agenda del país debe definirse desde las comunidades y una vez esa agenda esté clara, se debe adelantar a pesar de las izquierdas, las derechas, los cobardes, los oportunistas, los ignorantes, los egoístas, los que aún creen en grupos cerrados, los que siguen creyéndose dueños del país, los que creen que tienen la verdad agarrada por el rabo, los que traicionan los valores de sus organizaciones para supuestamente ayudarlas a sobrevivir y los que sabotean los trabajos en alianzas con sus personalidades disociadoras.
La agenda del país debe construirse desde la humildad y el amor. Como individuos no sabemos todo. Como país sí lo sabemos, como lo saben las doñitas con dubi dubi, los doncitos de la barra de la esquina, la muchachería que hace maldades en las canchas, el resto de gente que ES el país. Nuestra gente no tiene que ser perfecta para saber y se merecen la oportunidad de exponerse a los espacios que saquen lo mejor de cada uno y una.
Posicionarse de esta manera tiene un costo personal, político y social. Pero mejor es pagarlo ahora que después. Mejora pagarlo nosotras que nuestras hijas e hijos. Mejora pagarlo las que estamos dispuestas que las que no pueden porque se les va la vida en la faena de supervivencia de cada día...
Ya hay demasiados muertos en aras de las ideologías. Yo ahora le apuesto a la vida, a la valentía de quienes denuncian y actúan, a la verticalidad de quienes hacen lo correcto sin importar las consecuencias. Partiendo de la defición de ambidiestra que tú entiendes, yo también me negaría a serlo. Partiendo de la mía, creo que sí lo soy... y luego, mirando que es más importante el resultado al que aspiro (justicia, equidad, libertad), me doy cuenta de lo poco importa esa palabra.
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