Cuando incubamos microempresas comunitarias y desarrollamos económicamente las comunidades, incubamos democracia. Esta es una de las premisas que sirvieron de hilo conductor a las presentaciones hechas en el Segundo Coloquio de Desarrollo Económico Comunitario convocado por Proyecto Matria el pasado viernes.
Como parte del Coloquio, el Centro para la Nueva Economía hizo una presentación en la cual nos confrontó con datos contundentes: (1) al día de hoy, el nivel de desigualdad en nuestro país es igual al de la década de 1950 y (2) para mejorar la situación económica de la Isla habría que crear aproximadamente 800mil empleos nuevos.
El modelo de desarrollo económico que por décadas ha sido impulsado por nuestro gobierno no tiene la capacidad de crear esos empleos y mucho menos la de erradicar la desigualdad. Todavía hoy se pretende alcanzar crecimiento económico desde empresas tradicionales (nativas o extranjeras) en las cuales el afán de ganancia domina la toma de decisiones a nivel público y privado. Además, la desigualdad y la pobreza le convienen a ciertos sectores porque inmoviliza al pueblo obligándole a centrar sus energías en la sobrevivencia diaria.
El desarrollo económico comunitario (DEC) es un nuevo modelo de desarrollo que potencia la distribución de riqueza y de poder. Según Nelson Reyes del Valle, uno de nuestros panelistas, el DEC integra la búsqueda de soluciones económicas, sociales y ambientales desde un espacio en el que las comunidades gestan sus propias alternativas de desarrollo económico. En el Coloquio pudimos ver ejemplos del DEC en acción, no sólo a través de Matria, sino del Huerto Comunitario de Capetillo y de Casa Pueblo.
¿Puede un país sumido en la pobreza practicar una democracia efectiva? No. Por eso ya es hora de que autogestionemos nuestras soluciones y pongamos un alto al ciclo vicioso de la desigualdad. En Matria estamos convencidas de que hay que hacer esfuerzos genuinos y honestos para erradicar la pobreza más que maquillarla para campañas de prensa. Desde el DEC y modelos de incubación de empresas que integran el desarrollo económico y el apoderamiento, es posible alimentar la fuerza comunitaria que representa en estos momentos nuestra única y mejor alternativa de cambio. Incubando una economía comunitaria sólida, incubamos democracia.
Cuando las mujeres nos negamos a asumir el rol de princesas desvalidas que nos asigna la sociedad, inmediatamente nos convertimos en brujas y rebeldes. Pero, después de todo, ¿es tan malo ser una bruja rebelde? Reafirmar nuestra identidad, reclamar espacios para la equidad es cosa de todas... de brujas y ex-princesas.
10.6.11
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