Cuando las mujeres nos negamos a asumir el rol de princesas desvalidas que nos asigna la sociedad, inmediatamente nos convertimos en brujas y rebeldes. Pero, después de todo, ¿es tan malo ser una bruja rebelde? Reafirmar nuestra identidad, reclamar espacios para la equidad es cosa de todas... de brujas y ex-princesas.
24.11.10
Un día antes del Día Internacional de No Más Violencia Hacia las Mujeres: Pavo y salchichas
Este año el Día de Acción de Gracias coincide con el Día Internacional de No Más Violencia Hacia las Mujeres. Una coincidencia que provee a nuestras familias la oportunidad de hacer una reflexión profunda sobre la violencia de género desde un espacio de amor y solidaridad.
Pensar en pobreza, desigualdad y violencia en un día festivo es algo que puede molestar. Mucha gente querrá pensar en pavos y no en las salchichas que estarán a la mesa de tantas otras familias. Esta es una realidad difícil de aceptar. Tan difícil, que he escuchado a personas que aprecio mucho decir que en Puerto Rico no existe pobreza extrema y que aquí no se pasa hambre. Sabiendo que quienes dicen esto son personas buenas, debo concluir que lo dicen y lo creen por falta de información.
Para quien vive la pobreza a diario no hacen falta estadísticas para saber que la pobreza existe. Para quienes trabajamos a diario para erradicarla, tampoco.
Las estadísticas, sin embargo, están aquí para ayudarnos a ver. El Censo estimó que entre los años 2006 al 2008 sólo un 41% de las mujeres en edad de trabajar estaban empleadas. Muy probablemente, muchas de ellas estén en el grupo del 25% de las familias de la Isla que viven con $10,000 o menos al año. Esto quiere decir que pasan y sobreviven su día con $27 para toda la familia. ¿Qué se puede comprar con eso luego de pagar renta, agua y luz? Consideren, además, que en Puerto Rico se perdieron 189,000 empleos de mujeres en los pasados tres años, lo que debe haber agravado estas estadísticas.
¿No es la pobreza una de las manifestaciones más profundas de la desigualdad? La pobreza es, además, una forma de violencia social que aniquila a quien la tiene que vivir. ¿Y cómo sentarse a una mesa llena de comida o amanecer en una tienda el viernes como si todo estuviera perfecto en el país? No hay que perder la alegría. No se trata de eso. Se trata de compartirla desde actos de amor y solidaridad. Se trata de saber y de reconocer que hay mucho que cambiar aún. Se trata de reconocer que todas y todos debemos cambiar.
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