¿Qué mayor violencia que la que nace de un estado colonial? Esa violencia, que es necesaria para sustentar un estado de dominación política de un país sobre otro, es una de las tantas intersecciones de opresión que atraviesan a las mujeres de nuestra Isla.
El estado colonial basa su existencia en la premisa de que el país colonizado es inferior. La desigualdad de géneros y la violencia machista se autojustifican en la premisa de que las mujeres somos inferiores. Ambas premisas degradan a los seres humanos, ambas son una vergüenza para la humanidad, ambas nos restan dignidad.
¿Cómo abogar por la descolonización y ser machista? Imposible.
¿Cómo aspirar a la libertad y no ser solidarias con las causas de la equidad? No hay manera.
Abogar por la equidad de las mujeres es caminar hacia la libertad. Lograr esa equidad es saber que la patria será libre. Las mujeres libres sólo saben de amor a la justicia y sus acciones serán el apoyo necesario para alcanzar la libertad de todas y todos.
Cuando las mujeres nos negamos a asumir el rol de princesas desvalidas que nos asigna la sociedad, inmediatamente nos convertimos en brujas y rebeldes. Pero, después de todo, ¿es tan malo ser una bruja rebelde? Reafirmar nuestra identidad, reclamar espacios para la equidad es cosa de todas... de brujas y ex-princesas.
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