¡Hoy es uno de esos días en los que me reafirmo como bruja! Bruja buena, claro. Pero bruja. Porque en este país, toda mujer con criterio propio y la disposición para criticar el sistema se considera de inmediato como una bruja... y esa es otra forma de violencia en contra de las mujeres.
A nivel internacional, el acceso a la educación sigue siendo negado a millones de niñas y mujeres jóvenes. La insistencia en relegarles a la esfera de lo doméstico, convierte en impensable la idea de que tenemos derecho a estudiar y a desarrollar nuestra inteligencia plenamente. Sin embargo, pensar que en Puerto Rico esto está superado, es una falacia.
A pesar de las estadísticas de mujeres estudiando en las universidades de la Isla, todavía encontramos personas que esperan que las mujeres estudien para ocupar posiciones en las cuales obedezcan, atiendan y apoyen a otras personas. Disentir, pensar, hablar y actuar en contra del sistema equivale a contradecir a los dioses que el patriarcado nos impone: el marido, el pastor, el jefe, el padre, el propio sistema en el cual vivimos. Es por eso que una secretaria de la Familia se atreve a decir que las mujeres deben ser como las mamás gallinas, que un senador atribuye a las madres solteras la criminalidad rampante en la Isla y un gobernador se ampara en una campaña de "promesa de hombre" como único remedio contra la violencia en relaciones de pareja.
Nos quieren "santas" porque las "santas" obedecen, complacen y se ajustan a la realidad que una tercera persona les impone. Es la extensión del voto de obediencia y castidad que hacen las religiosas católicas...
Así que, cuando como mujeres abrimos los ojos y entendemos los por qués de tantos eventos de nuestras vidas (la exclusión de un equipo deportivo, la obligación de casarnos vírgenes, la expectativa de que seamos madres y dejemos el trabajo, la presión para que permanezcamos sumidas a la sombra de un hombre) estamos obligadas por nuestras conciencias a ser brujas y rebeldes. Hoy admito que soy bruja. Ayer también lo era. Mañana también lo seré... y así, bruja buena que actúa desde el amor a la justicia y a la dignidad humana, hoy dedico esta entrada a otras tantas brujas que amo y respeto y a las tantas otras que aún no conozco pero que sé que están por el planeta haciendo conjuros por la paz y equidad para todas las mujeres (¡y los hombres también!).
Cuando las mujeres nos negamos a asumir el rol de princesas desvalidas que nos asigna la sociedad, inmediatamente nos convertimos en brujas y rebeldes. Pero, después de todo, ¿es tan malo ser una bruja rebelde? Reafirmar nuestra identidad, reclamar espacios para la equidad es cosa de todas... de brujas y ex-princesas.
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