Cuando las mujeres nos negamos a asumir el rol de princesas desvalidas que nos asigna la sociedad, inmediatamente nos convertimos en brujas y rebeldes. Pero, después de todo, ¿es tan malo ser una bruja rebelde? Reafirmar nuestra identidad, reclamar espacios para la equidad es cosa de todas... de brujas y ex-princesas.
12.11.11
A 13 días del Día Internacional de No Más Violencia Contra las Mujeres: Disparos en el supermercado
Hay ocasiones en las que la violencia contra las mujeres parece inevitable. Me refiero a esos ataques en los que el agresor aparece de la nada y, sin aviso o advertencia, abre fuego sobre la mujer. Cuando esto pasa, las que presenciamos el acto desde una pantalla de televisión nos sentimos tan abatidas como las personas que estuvieron en el lugar. Nos sentimos abatidas por los tiros, por la impotencia y por el dolor de la mujer y de su familia. Aun así, no podemos aceptar las excusas que recibimos de algunos funcionarios y funcionarias del gobierno: que la violencia es impredecible, que nos posible tener un policía en cada hogar y negocio, en fin, que siempre tendremos bajas y muertes que nadie podría haber evitado.
Mienten cuando nos dicen que las muertes de las mujeres son inevitables. También cuando nos dicen que las muertes de los cientos de varones jóvenes que han sido asesinados en este año también son inevitables. Cuando se miente sobre las muertes, se miente sobre sus causas, se miente sobre las medidas de protección y se miente sobre el compromiso que se tiene con la paz y seguridad de los seres humanos que habitan nuestra patria.
Las muertes y la violencia tienen su antídoto pero el mismo es difícil de producir y de fomentar desde mentes que sólo ven desde un individualismo que es tan asesino como la violencia doméstica, la desigualdad, la pobreza y las drogas. ¿El antídoto a la violencia y las muertes? La equidad. ¿Por qué es difícil de producir? Porque quienes tienen el poder social, político y económico dependen de la desigualdad para mantener su control sobre las mentes y acciones de la ciudadanía. ¿Continuaremos esperando a que “otros” nos otorguen la equidad o la exigiremos y la asumiremos? El poder no se mendiga ni se negocia. El poder del pueblo simplemente se asume y se usa.
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