Hoy, al abrir el periódico, mucha gente se encontró con dos notas periodísticas sobre los trabajos de este fin de semana en Agenda Ciudadana. Algunas reaccionaron contentas, otras esperanzadas... Y otras con coraje, con desprecio y pesimismo. Estas últimas reacciones son comprensibles. Hemos recibido muchos golpes en los pasados años: aumento en la tasa de desempleo, personas perdiendo sus trabajos y hogares, aumento en la violencia, restricción de nuestros derechos políticos, corrupción gubernamental, impunidad para criminales de cuello blanco y de clase alta, trato discriminatorio hacia personas de bajos recursos, gays o negras, mujeres asesinadas, destrucción ambiental, un gobierno enajenado del pueblo, sectores adinerados cada vez más ricos mientras los demás nos hacemos más pobres.
Se necesita mucha fuerza de voluntad para no caer en el pesimismo y tal vez también haga falta algo de suerte... Tener la suerte de presenciar esos momentos mágicos que nos alimentan el alma: una joven madre que termina sus estudios y obtiene trabajo luego de vivir por años en medio de la violencia de género, una sobreviviente de agresión sexual en la infancia que es capaz de superarse y de encontrar un estado de amor que la lleva a servir a otras personas, un joven que decide trabajar y estudiar porque aún sueña, una persona vieja que tiene las energías necesarias para dar tiempo de calidad a las niñas y niños de su barrio, gente que se une a juntas y a grupos de trabajo que invierten noches y fines de semana en una segunda jornada de trabajo para garantizar los derechos humanos de personas que no conocen y que nunca conocerán.
Yo atesoro estos momentos mágicos. Reconozco el poder multiplicador que tienen. No sólo multiplican el bienestar para quienes viven en el entorno, sino que inspiran a quienes los presencian. Quisiera tener la capacidad de transmitir a quienes leen mis columnas la energía que se genera con las mujeres que reciben nuestros servicios en Matria. La energía de los sueños recuperados, del autoreconocimiento, del apoderamiento, del deseo de trascender y ser solidarias, de las victorias personales y de sus familias. Creo que quienes presencian eso no pueden ser pesimistas. Tendrían que abrazar la esperanza como nosotras.
Pero abrazar la esperanza implica asumir responsabilidad. Los momentos mágicos como estos no ocurren por casualidad. Ocurren porque alguien trabajó, alguien amó, alguien eligió el lado de la solidaridad y de la fe en nuestra Isla. Esta fe no es ciega. Reconoce los retos del trabajo que asume y también los claroscuros éticos e ideológicos de las aliadas y aliados que se nos unen. Sin embargo, estar alertas y ser realistas, no nos impide trabajar.
Asumir una oposición activa ante las acciones que otras y otros inician para alcanzar la equidad en la Isla, es posicionarse del lado de la opresión. Quienes se benefician de nuestras divisiones y del pesimismo del pueblo, son los mismos que se hacen cada día más ricos, los que viven en su mundo y se creen dueños del nuestro, quienes se sienten superiores y se atreven a ser abiertamente racistas, clasistas, machistas y homófobos. Nuestro pesimismo les hace fuertes. Nuestra esperanza les aterroriza.
Así que, cuando se encuentren con alguien pesimista pregúntenle: ¿De qué lado estás? Yo estoy del lado de quienes aún viven en desigualdad. Estoy del lado de la equidad y de la felicidad.
Nota de hoy sobre el referéndum del 19 de agosto: El nuevo Código Penal que amenaza nuestros derechos civiles contó con votos del PNP y del PPD para su aprobación. Ya es ley. Pero eso tiene remedio. Y un buen remedio es lograr una legislatura que se comprometa a revocarlo. ¿Creen que con una legislatura bipartita se logrará? No, porque son tod@s iguales. Para lograr cambios importantes en nuestra estructura de gobierno, debemos quebrar el bipartidismo y poner en el Capitolio gente que nos represente con honestidad y compromiso. Esa gente está ahora en los cuatro partidos de minoría y el PNP lo sabe. La enmienda para reducir la legislatura no busca ahorrar dinero, no busca la unicameralidad. Lo que busca es dejar fuera del Capitolio a nuestro pueblo y a las candidatas y candidatos que tienen la capacidad de darnos un nuevo país. El 19 de agosto vota NO y NO.
Cuando las mujeres nos negamos a asumir el rol de princesas desvalidas que nos asigna la sociedad, inmediatamente nos convertimos en brujas y rebeldes. Pero, después de todo, ¿es tan malo ser una bruja rebelde? Reafirmar nuestra identidad, reclamar espacios para la equidad es cosa de todas... de brujas y ex-princesas.
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