Hoy ha sido un día de muchas tareas cortas y, a la vez, exigentes. Aún así, escucho y veo a las mujeres que hoy llegaron a Matria para uno de sus talleres de apoderamiento y me maravillo con su resiliencia. Ese es el antídoto a la desigualdad y la violencia de género. Resiliencia + la energía de quienes dedican sus vidas a apoyar los procesos de sanación de otras mujeres. Todo esto desde el amor a ellas, a sus hijos e hijas y a cada persona de este país.
Cuando hablamos de equidad hablamos de amor. Jamás de odio. Jamás de superioridad. Jamás de verdades absolutas que crean jerarquías obsoletas.
Faltan 9 días para conmemorar el Día de No Más Violencia Hacia las Mujeres y más que anclar mi mirada en la tristeza, anticipo con esperanza las noticias cotidianas de tantas nuevas mujeres que día a día superan la violencia armadas de sueños, llenas de valor y dueñas de algo que nunca nos podrán quitar: humanidad pura e infinita.
Cuando las mujeres nos negamos a asumir el rol de princesas desvalidas que nos asigna la sociedad, inmediatamente nos convertimos en brujas y rebeldes. Pero, después de todo, ¿es tan malo ser una bruja rebelde? Reafirmar nuestra identidad, reclamar espacios para la equidad es cosa de todas... de brujas y ex-princesas.
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