Domingo, día en el que muchas personas acuden a sus templos para escuchar la palabra del dios en el cual creen... Yo acudo a mi conciencia para escuchar lo que me dice sobre el amor y la justicia social.
No hay dios que pueda justificar el dominio sobre la conciencia de otros seres humanos, ni los actos violentos en contra de las mujeres. Las religiones, cuando se alimentan del odio, la intolerancia y el hambre de poder, son capaces de alimentar a su vez una visión distorsionada de la espiritualidad humana.
Es por eso que en siglos pasados la palabra "fémina" se desarrolló de la idea de que las mujeres eran seres con una capacidad limitada para la fe. "Fe-minus", menos fe. Y esa concepción, documentada en el escrito Malleus Malleficarum (El martillo de las Brujas) de Heinrich Kramer y James Sprenger nos persigue hasta nuestros días desde los púlpitos religiosos en los cuales sacerdotes o pastores fundamentalistas llaman a la violencia en contra de las mujeres. Y digo que llaman a la violencia porque en la medida que se degrada la figura de las mujeres como seres inferiores, se justifica el uso del poder en su contra y se tolera la violencia que sufren las mismas a nivel familiar, social y económico.
¿Cuántos políticos hipócritas visitan los templos hoy domingo? ¿Cuántos dicen adorar un dios y luego actúan en contra del prójimo para satisfacer su hambre de poder y su sed de bienes?
Hoy domingo, es un buen día para escuchar nuestras conciencias y amar al prójimo de verdad. Hoy es un buen día para decir NO MÁS a la violencia en contra de las mujeres y apoyar con palabras y acciones las iniciativas que trabajan para que éstas alcancen la equidad, la libertad y la felicidad.
Cuando las mujeres nos negamos a asumir el rol de princesas desvalidas que nos asigna la sociedad, inmediatamente nos convertimos en brujas y rebeldes. Pero, después de todo, ¿es tan malo ser una bruja rebelde? Reafirmar nuestra identidad, reclamar espacios para la equidad es cosa de todas... de brujas y ex-princesas.
7.11.10
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