Las mujeres no gritan. Las mujeres no se quejan. Las mujeres aguantan. Las mujeres se resignan. Las mujeres se hacen cómplices. Las mujeres asumen la culpa. Las mujeres se callan. Las mujeres siguen con su vida y se dan por vencidas.
Ahora, tachemos todo lo anterior:
Tachémoslo porque no es verdad. Esas premisas nos ocultan la verdadera naturaleza de las mujeres porque si las mujeres actuaran de esa manera no serían humanas. Serían unas muñecas frívolas, bonitas (o feas), un objeto para complacer y nada más.
En pleno 2010, sin embargo, las mujeres de nuestra Isla hemos tenido que enfrentar a un sistema gubernamental que pretende acallarnos porque lo que sale de nuestras bocas no le gusta. Al gobierno no le gusta que le recordemos sus errores, no le gusta que le señalemos sus incongruencias, no le gusta que revelemos al país los mecanismos de su hipocresía.
Hoy, las compañeras del MAMPR que fueron acusadas criminalmente por pintar un mural en contra de la violencia machista fueron liberadas de los cargos. Esto, que parece una cosa pequeña- después de todo era "sólo" un caso menos grave- no es tan pequeño nada.
Más aún, no podemos obviar el hecho de que todavía existen personas que critican a las defensoras de los derechos humanos de las mujeres en la Isla y que en su crítica pueden recurrir a toda clase de comentarios crueles, superficiales y estereotipados. Le molestan las voces de las mujeres. Le molesta que nosotras no queramos jugar a la casita de antaño y que nos salgamos de papel.
Es comprensible esa molestia, pero no justificable. Digo que es comprensible porque a todas luces, cuando las mujeres se salen del orden que por siglos se ha considerado apropiado en nuestra sociedad, hay personas que no saben cómo reaccionar ante ello, no saben cuál es su nuevo lugar, se sienten amenazadas… Sin embargo, no es justificable esa molestia que nace del miedo porque ya hemos caminado grandes trechos como humanidad y deberíamos tener la capacidad de confiar, de amar y de aspirar a un mundo más equitativo y más feliz.
A diez días del Día Internacional de No Más Violencia hacia las Mujeres, yo reafirmo mi derecho, y el de todas las demás mujeres, a vivir en paz. Y ese derecho a vivir en paz incluye el derecho a expresarme, a pintar murales, a escribir, a cantar, a bailar… ¿y por qué no? A gritar cuando me duela, cuando lo necesite para que mi voz sea escuchada en medio de las turbulencias sociales, cuando el silencio implique morir poco a poco en la invisible otredad.
Muy bien dicho. Lo triste es ver a algunas mujeres oponerse a los derechos de otras mujeres o ver a nuestros hermanos Gay ser misoginos en sus palabras y acciones.
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