6.11.10

Cabilderas de la desigualdad


Días 5 y 6 de camino al Día Internacional de No Más Violencia hacia las Mujeres

Publicada en El Nuevo Día
6 de noviembre de 2010

La semana pasada el gobernador dijo al país que “un dólar en tus manos rinde mucho más que un dólar en manos del gobierno”. Luego, pidió el apoyo de las organizaciones comunitarias como cabilderas a favor de los proyectos de ley que crean una reforma contributiva que llamó “Más dinero en tu bolsillo”. Nos dijo que debíamos cabildear porque se supone que con esta reforma aumenten los ingresos de las organizaciones ya que se permitirá una deducción del 100% de lo que nos donen entes privados.

Lo que no dice el gobernador es que “Más dinero en tu bolsillo” no es lo mismo que menos pobreza. Quien no tiene dinero, no tiene dinero… ¡y punto! A la población pobre de nuestro país, esta reforma no le ayuda. Pero que no se engañe la clase media porque ella tampoco se beneficiará.

“Más dinero en tu bolsillo” es una renuncia del gobierno a brindar o subvencionar los servicios que el pueblo necesita. Es crear un país en el que la educación, la salud y otros servicios esenciales sólo estén accesibles para quien pueda pagarlos. ¿O es que acaso cree la clase media que un reembolso de contribuciones pagará los colegios, los planes de salud, las viviendas sobrevaloradas y todos los demás servicios que se necesitan en un país para garantizar calidad de vida? Nos va a salir cara la idea que se esconde tras la reforma: “que cada quien resuelva lo suyo, que para eso no es que está el gobierno”.

¿No estamos viviendo eso ya? ¿Cuántas familias están asfixiadas pagando colegios, planes médicos y otros servicios que el gobierno no es capaz de ofrecer eficientemente? La clase media va cuesta abajo y no se ha dado cuenta. Cuando la desigualdad crece, el gobierno no puede pensarse como un ente que sólo observa o regula y que se lava las manos para que cada quien se resuelva.

¿Y qué haremos las organizaciones? Las organizaciones que son fieles a su misión social no pueden convertirse en cabilderas de la desigualdad a cambio de una promesa de mayores donativos privados. De nada vale llenar nuestras arcas y traicionar a quienes servimos convirtiéndolos en clientes perpetuos de la caridad.

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