Con la
política puertorriqueña podríamos hacer un libro sobre los efectos tóxicos del
machismo isleño en la mente colectiva, aderezados con escenas de la lucha libre
criolla y de algunas novelas mexicanas.
Ahora
resulta que el famoso y siniestro Chicky Starr reaparece en el escenario
político traído nada más y nada menos que de la mano de una mujer. Increíblemente, este símbolo de la
macharranería violenta no deja de ser noticia y parece no darse cuenta de que
es noticia por lo inverosímil y chocante de sus acciones más que por ser una
figura respetable. Este abuelito (creo
que está en edad de serlo, lo estoy viendo en los cuadriláteros desde que era
pequeña) sí que tiene creatividad para reinventarse.
En el 2010
nos sorprendió al anunciar su intención
de ser candidato por el PNP. “Vamos a trabajar duro para que en el 2012
haya un representante con un bate para que haga cumplir las leyes”, indicó el
luchador al periódico Primera Hora en aquel entonces. Sólo que más tarde se
convirtió en el eje de los ataques violentos a estudiantes universitarios en la
huelga de la UPR y no sólo repartió batazos, sino que los recibió. Los estudiantes le superaron en astucia y
valor y su intervención con Capitol Security defendiendo al gobierno, la
desigualdad y la opresión quedó tristemente reseñada en los medios de
comunicación.
Ahora
anuncia que se cambia de bando. Ahora se
va con el PPD y su candidata a la alcaldía de Bayamón. Según él, es ahora que se da cuenta de que
Fortuño ha gobernado para unos pocos. "Yo
iba a aspirar a un escaño a representante por acumulación y tenía el apoyo de
la plana mayor del partido (PNP), pero he visto unas cosas, y no es secreto lo
que está pasando en el país, donde Fortuño se ha dedicado a gobernar solamente
para dos o tres, no para la mayoría del pueblo" le dice a El Nuevo Día.
Sin
embargo, la pregunta que hay que hacerse es, ¿no será que ese mismo PNP clasista
y oportunista que lo utilizó como agente catalizador de la violencia en la UPR y que dejó que todo el país lo culpara no
quiere tocarlo ni con la punta de una vara porque resulta que Chicky Starr es
demasiado pueblo, demasiado primitivo, demasiado calle? No cae Chicky Starr con el blanqueamiento que
necesita el PNP para parecer respetable.
Porque irónicamente, esa “respetabilidad blanca” y “de clase” es la que
atrae votos de los residenciales y de otros sectores marginados por raza y
clase social.
¿Quién
quiere recoger a Chicky Starr? ¿El PPD o
sólo su candidata de Bayamón? Deben
pensarlo porque con él recogen algo más que a un luchador de lucha libre y su
bate pintado de violencia y machismo.
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