Así anda mucha gente. Con una bala en la cabeza. Y la agradecen. Y no se
plantean devolverla. Y se la heredan a sus hijas e hijos. Y mientras…
Derogan la #Ley80.
Legislan para quitar otros derechos laborales.
Ponen en jaque las pensiones.
Cierran escuelas.
Venden nuestras tierras.
Despilfarran el dinero que hemos pagado en contribuciones.
Y luego nos niegan servicios.
Los políticos dicen mentiras con total impunidad.
Los diarios nacionales las repiten e invisibilizan nuestras respuestas a
sus mentiras.
Nos lanzan gases lacrimógenos en las protestas.
Nos quitan el derecho de contar y llorar nuestros muertos.
Nos amenazan con un Código Civil en tiempos de fundamentalismos.
Nos carpetean o nos difaman.
Se cuelan entre nosotras y nosotros los odios que nos incapacitan para
luchar como país.
Nos roban.
Nos degradan.
Nos quitan dignidad.
Cada acto es una bala en nuestra cabeza que nos deja en estado vegetal.
Y sí,
hacemos las filas que nos ordenan hacer,
radicamos planillas,
nos comportamos,
pedimos perdón por los exabruptos…
y luego nos vamos al celular, la cerveza, la tienda… tres balas extras
para la cabeza.
Ser pacifista no es ser masoquista.
Tener balance no es tener miedo al trabajo que requieren las luchas y
dar la espalda para que otros hagan.
En un solo corazón pueden convivir el amor, el odio, la ira, la paz, la
empatía y el deseo de venganza.
Las primeras balas que nos meten en la cabeza no tenemos tiempo de
elegirlas. Pero cuando empezamos a abrir los ojos, podemos detenerlas. En ese
momento yo digo: Cada cual elige sus balas.
#ReflexionesDeLos50
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