I feel love…
¿Cómo a los 9 años una niña en
Aibonito se antojó del álbum de Donna Summer y de la canción I Feel Love? En los 70s, esa canción
llegó a mi vida y todavía tengo el LP que Mami y Papi buscaron y me regalaron.
Sin ser una familia adinerada, porque eran maestros, debo admitir que fui
privilegiada porque siempre se esforzaron por complacerme, apoyarme, ayudarme a
crecer y hacerme feliz.
Y hoy honro ese amor, y el amor de mi
hija e hijos, de Mary Cele, mis hermanos (y hermanas de la vida), sobrinas,
sobrinos, familia extendida, amigas y amigos que han estado conmigo por décadas
y que me regalan abrazos aún en la distancia que los ajoros cotidianos nos
imponen. Ninguno de esos amores ha sido simple. Han tenido altas y bajas, incluso
momentos de dudar de ellos, pero al final ganaron en el corazón.
También miro y agradezco los amores
de toda índole que han estado antes y ya no están, porque cumplieron su
objetivo aunque yo lo haya dudado en medio de las guerras que estallan a pesar
de que no las queremos y que nos dejan tan laceradas que aprendemos a
desconfiar y desamar en defensa propia. Algo que siempre tiene remedio, como ya
he dicho en estos días, porque amar es mejor que odiar y beber amargura cada
día.
Siento amor. Mucho amor.
También otras emociones. No nos
engañemos. En el Puerto Rico de hoy el amor anda de la mano con la rabia, la
frustración y las decepciones. Pero el amor está. Y hoy es día de celebrarlo
para que sea escudo, alimento y futuro.
Ya son #50.
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