14.6.18

Let’s Dance



14 días para los #50

Me encantan los zapatos rojos aunque en general, detesto comprar zapatos. No los rojos de tacón. Me gustan más los zapatos rojos que son raros. Y cuando me animo a comprar unos, los combino con todo. No tengo muchos zapatos y no siempre tengo zapatos rojos. El mundo no está como para esos caprichos. Pero les cuento que para mí los zapatos rojos son más que zapatos. Son una puerta extraña. Una invitación a divagar por los vericuetos de las posibilidades.
Soy de las imágenes. Las letras y las formas son mi forma favorita de apreciar y recibir el mundo. En los 80’s en plena adolescencia, quedé maravillada con la mezcla de música, letras e imágenes en los vídeos musicales que veía en los programas locales que nos conectaban con artistas como David Bowie.
Let’s Dance no sólo me cautivó con su sonido, sino con su historia paralela en el vídeo. Ese choque entre dos mundos y el salvajismo de una civilización que esclaviza. Y luego, conecté con Dorothy y el Mago de Oz. Las zapatillas para volver al hogar. Y desde ahí, otros puentes a otras imágenes e historias. El cuento de las zapatillas rojas y los pies que no dejan de danzar… y en la adultez, leer a Clarissa Pinkola re-contando el cuento, abriendo nuevas interpretaciones o tal vez dando sentido a lo que la intuición me decía.
A 14 días de mis 50 años es inevitable viajar de nuevo en esas imágenes y hacer la suma y la resta de los sueños y las realidades. Creo que debí bailar más por la vida y que tal vez el baile, como reencuentro con el cuerpo-ser-naturaleza interna, es más que moverse, es sentirse y es crear desde una misma. Para mí la pasión creativa se puede manifestar en un dibujo o pintura (quise ser pintora), en una obra literaria (quise ser escritora), en una pieza musical (quise ser música), en un baile (quise ser bailarina cuando era muy pequeña). En el camino me di cuenta de que también la creatividad se manifiesta y se nutre en los actos que persiguen construir un mundo mejor.
Pero volviendo a las zapatillas rojas como vehículo para regresar al hogar… sí tengo un hogar al cual quiero regresar. Y no es un hogar físico. Es interno. Y es de creación pura. De alegría. También de plenitud. Los 50s ya no son los de antes. Puerto Rico tampoco es el de antes. Habrá que buscar una zapatillas rojas poderosas para mí y
para unas cuantas más.



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