1.9.13

Los frutos del mal

(Publicada el 31 de agosto de 2013 en El Nuevo Día)


Tenemos en nuestra Isla un árbol ponzoñoso que no para de lanzar a nuestras puertas los frutos del mal.  Son los frutos de la violencia y de la palabra que se utiliza para crear confusión, miedo y desigualdad.  ¿Quiénes han plantado ese árbol en el medio de nuestro país y quiénes lo abonan con sus palabras y sus acciones?  No tengo que decir nombres.  Ustedes ya saben quiénes son los que de verdad halan el gatillo del arma que asesina a una mujer y quiénes pegan un rótulo con la palabra “pato” en la espalda de un niño que se expresa como homosexual y que probablemente piense en suicidarse.

 

Un árbol necesita alimentarse para dar sus frutos.  Y este árbol que nos mata se alimenta con las palabras y acciones de líderes religiosos que hacen giras mediáticas en contra de que en las escuelas públicas se hable de equidad de géneros.  Equiparan la equidad con un apocalipsis y prefieren engullir a la niñez con falsos valores morales para seguir cosechando violencia, acoso, embarazos no deseados, pobreza y muerte.  

 

No les he escuchado hablar en contra de la destrucción de nuestra tierra, de la pobreza rampante que viven miles de personas cristianas en la Isla, del despilfarro de fondos públicos, del discrimen racial, de las muertes violentas, de la xenofobia que despoja de humanidad a quienes llegan a compartir con nosotras el presente de la Isla.  No.  No les he escuchado defender la justicia con la misma pasión que defienden el machismo y su privilegio cristiano heterosexista.

 

A esos líderes que se oponen a la perspectiva de género en las escuelas les conviene alimentar el árbol ponzoñoso de la ignorancia.  De ahí cosechan sus frutos, sus diezmos y sus estilos de vida mientras la gente pobre de este país se engulle con los frutos podridos de la violencia y la desesperanza.  ¿Quiénes son los que producen los frutos del mal?  ¿Quiénes asesinan sueños, mujeres, jóvenes y un país entero?  Por sus frutos los conoceremos.  Tomen nota quienes les apoyan en sus ejercicios de opresión porque serán duramente juzgados por la historia de equidad que construiremos a pesar de su mezquindad.

1 comentario:

  1. Anónimo11:10 p.m.

    Este arbol ponzoñoso de espinas venenosas se asemeja a los temibles bao-babs del que nos alerto aquel Principe chiquito (el rubito sin reino ni corona). Es una especie parasitica y nefasta que busca vivir a costa del organismo invadido. Sus raices lo penetran y acorralan hasta despedazarlo en mil fragmentos inservibles.

    Las palabras malditas, malintencionadas y crueles que producen estos cardos en forma de frutos mortalmente podridos, igualmente penetran y destruyen la razon y la existencia de quien las escucha… Excepto que hagamos como nos sugirio este sabio aliado: hay que arrancarlos de raiz, tan pronto asomen una espiguita, una hojita, una espina camuflageada de florecilla.

    No podemos ser perezosos, nos decia siempre el Principe, la tarea de mantener nuestros planetas libres de estas plagas no recesa nunca… Y uno de los elementos esenciales y necesarios precisamente para mantener nuestro planeta sano y prospero (y a traves de el, todo el Universo) es aprender a vivir en justicia apreciando nuestro relacion con el mundo desde una perspectiva de genero, liberadora y gestora de paz.

    LiSA :)

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