Hoy hablaron los muertos.
Los viejos valores coloniales. El imperialismo. El discrimen. La
hipocresía. La avaricia. El miedo. La traición. La perversidad. Hablaron por las bocas de hombres blancos,
mujeres que cargan el poder masculino como un talismán y unos cuantos que, sin
ser tan blancos, creen pertenecer a un bando que les desprecia y se disparan en
la sien con una sonrisa servil en la boca.
Hoy hablaron los muertos y seguirán hablando, si los dejamos. Seguirán diciendo que nos imponen una Junta
de Control Fiscal por nuestro bien. Nos
dirán con desprecio que nos la buscamos, pero les pasarán la mano a los
sirvientes de los buitres que vendieron al país, como los amos les pasan la
mano por la cabeza a los perros que se portan bien.
Hoy hablaron los muertos. Los mismos que hablaron ayer, que hablaron
hace 64 años, hace 118 años y mucho antes, por los siglos de los siglos en los
que a hierro y fuego se doblegaban pueblos.
Sólo que ahora doblegan con monedas.
Doblegan con PROMESAs, doblegan con la complicidad de los medios, las
familias que gobiernan la Isla y la ignorancia de quienes piden la Junta porque
creen las palabras de los muertos.
Pero las mesas ya no flotan.
Los espíritus resultaron ser efectos especiales. Ya no queremos escuchar
a los muertos. Nos llama con fuerza la
vida.
Nos llaman las voces de nuestras niñas y niños, de la juventud
que sueña, de las mujeres que se levantan de la pobreza y la violencia, de los
hombres que se resisten a vivir en la desesperanza. Nos llaman las voces de la gente que da vida
a esta Isla y que merece ser feliz, libre y plena.
¿Quién quiere escuchar a los muertos cuando la vida te habla
con la fuerza de la solidaridad? ¿Quién
quiere escuchar a los sirvientes que ahora disfrazan sus discursos para
engañarnos y aplacarnos? Yo no.
Porque escucho la voz de la vida, digo no a la Junta de
Control Fiscal y a quienes la propulsan.
Porque creo en el derecho a la vida libre y plena de cada
persona en Puerto Rico, me comprometo a trabajar con las miles de personas que
ya se están organizando para reclamar nuestro derecho a gobernarnos, a auditar
una deuda odiosa y a reorganizar nuestra economía considerando el bienestar
común y no la avaricia de unos pocos.
Puerto Rico se merece mucho más. Tú y tu familia también. No esperes por otros. Usa tu poder.
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