2.6.12

Corazón valiente

Si hacemos una búsqueda en internet sobre suicidios de adolescentes homosexuales encontraremos historias muy tristes. Historias de violencia, de abandono, desamor, acoso y discrimen… tal y como los casos que se han reportado en nuestro país en el último año.   

En Puerto Rico, miles de jóvenes viven la pesadilla de la homofobia.  La viven en sus escuelas, en sus iglesias y en sus hogares.  Algunos viven en las calles y carecen de servicios de salud porque los adultos que debían amarles y protegerles los echaron del hogar y los desterraron de la infancia prematuramente.  Son jóvenes que están expuestos a agresiones sexuales, al VIH, a la prostitución y a la muerte.  Tampoco podrán estudiar y desarrollarse profesionalmente porque están concentrados en sobrevivir.  Todo eso lo viven, porque en nuestra Isla la homofobia se ha entronizado en el discurso oficial del estado, de iglesias y de medios de entretenimiento que nos encuentran particularmente atractivos a la hora de escoger un tema para la burla y la sátira.
Estos jóvenes de la comunidad lésbica-homosexual-bisexual-transgénero y transexual (LHBTT) necesitan y merecen un país en el cual puedan vivir plenamente.  Necesitan que las personas adultas de esta misma comunidad se hagan visibles en el país y le den esperanza.  También necesitan saber que la homofobia puede contrarrestarse y que existe gente solidaria capaz de respetarles.  Por eso hoy, en Puerto Rico, la gente de corazón valiente es más necesaria que nunca.  Gente que no tema hacer lo correcto cuando de amar al prójimo se trata.  Gente que no tolere acciones y palabras que impliquen degradar y hacer daño a otro ser humano.
En estos días en especial, necesitamos corazones valientes que apoyen con su presencia la marcha Orgullo Arcoiris que se celebrará el domingo, 3 de junio en San Juan.  Gente que independientemente de su propia orientación sexual, entienda que al afirmar la identidad y los derechos humanos de las personas que pertenecen a la comunidad LHBTT salvan vidas y crean espacios libres de dolor y soledad.  Corazones valientes que envíen un mensaje claro y contundente de amor y respeto al resto de país.  Yo marcharé, ¿y tú?

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