Cuando las mujeres nos negamos a asumir el rol de princesas desvalidas que nos asigna la sociedad, inmediatamente nos convertimos en brujas y rebeldes. Pero, después de todo, ¿es tan malo ser una bruja rebelde? Reafirmar nuestra identidad, reclamar espacios para la equidad es cosa de todas... de brujas y ex-princesas.
12.5.12
Madres de la Patria
Cuando se habla de patria y de próceres, pocas veces oímos hablar de las madres de la patria a pesar de que llueven los padres. Claro, de las madres escuchamos esta semana. Pero no de las madres como seres políticos, sino de las madres como esas mujeres anónimas, reinas del ámbito doméstico, que lo dan todo, lo sacrifican todo y lo renuncian todo por el bienestar de sus retoños. Las tarjetas de felicitación llueven en tiendas y en redes sociales con mensajes escalofriantes que podríamos resumir en: “Mami, te amo porque te sacrificas por mí”.
Con esta concepción generalizada de la mujer-madre, no es de extrañar que a nivel social y político se nos siga exigiendo sacrificio y renuncia. Nos esmeramos por coordinar marchas, kioskos de recaudación, promover alianzas, decorar mesas de prensa, redactar comunicados, tomar minutas y hasta cuadrar chequeras. Sin embargo, tanto esmero sólo nos sirve para que alguien nos dé las gracias y, tal y como se hace con las madres, se nos reconozca nuestra sacrificada labor. Cuando luego de recibir las gracias les recordamos que tenemos en agenda algunos puntos importantes para discutir, se nos pide “que seamos pacientes, que luego, que más tarde, que cuando salgamos de los problemas que realmente nos afectan como país, ENTONCES, podremos hablar de los reclamos las mujeres”.
En este punto, y a seis meses de las elecciones, las mujeres tenemos que preguntarnos hasta qué punto estamos dispuestas seguir cediendo nuestros derechos y aspiraciones. ¿Hasta qué punto estamos dispuestas a permitir que las maquinarias de los partidos políticos decidan por nosotras y nos utilicen sin darnos nada a cambio? Ya sea como candidatas o como votantes, ya es hora de que pensemos en nosotras como seres humanas plenas con derecho a protagonizar nuestras propias vidas y la historia. Ya es hora de que salgamos de las sombras de la abnegación y que reclamemos para nuestra palabra y nuestros sueños el lugar de prioridad que se merecen en los partidos políticos y en todas las estructuras desde las cuales se construye el país. Las mujeres, aún las que no tienen hijos o hijas, paren nuestra patria a diario desde su trabajo, su inteligencia y su pasión por vivir. Pero ya no estamos para renuncias y abnegaciones. La maternidad de esto que llamamos patria, se construye desde el apoderamiento y el ejercicio de la libertad humana a la que tenemos derecho.
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100% de acuerdo, es una burla la forma en que se reconoce el sacrificio de las mujeres pero se les niegan sus derechos. De la boca pa' fuera son lo más importante de la vida, pero cuando se trata de convertir palabras en hechos se nos encogen los cojones.
ResponderBorrarSi ustedes mismas no luchan por lo suyo, nadie se los dará. Voy a ustedes.
Voy un poco más allá. Me parece José Felipe, que la lucha es de todos y todas. Empieza con la concienciación individual que luego divulgamos y queremos hacer colectiva. Pero no creo que sea la lucha sólo de las mujeres. Como cualquier lucha por derechos humanos, debe ser la lucha de todos y todas...
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