El caso de Héctor Ferrer es la
cereza que corona el pastel amargo del machismo institucional. Un machismo que se ha caracterizado por la
utilización de los asuntos relacionados con las mujeres para manipular la
opinión pública independientemente del efecto negativo que esa manipulación
pueda tener en la vida y seguridad de todas nosotras. Un pastel que, además, resulta ofensivamente
kitsch gracias a los comentarios desacertados y cargados de incongruencias de
algunos jefes de agencias.
El tema de la violencia hacia las
mujeres hoy protagoniza la campaña electoral.
Lo lamentable, es que lo hace por razones equivocadas. Ni un lado ni el otro se ha preguntado públicamente lo
primero que nos preguntaríamos cuando queremos el bienestar de una mujer en una
situación de violencia doméstica: ¿Qué necesita esta mujer para estar
segura? En ambos bandos las preguntas
que han servido de guía para sus acciones han sido: ¿Cómo hago para quedar bien
públicamente? ¿Cómo aprovecho para aplastar a mi contrincante?
Esto nos obliga a distinguir el
tema de la violencia de género del tema del oportunismo político.
No es un secreto que desde el año 2009 el
movimiento de mujeres ha señalado al gobierno y al liderato del PNP como los
principales agresores de las mujeres en este país. Dejaron sin efecto programas exitosos como la
carta circular de perspectiva de género, han linchado candidatas a la
Procuraduría de las Mujeres, han hecho alianzas con pastores misóginos, han
llenado el Tribunal Supremo de jueces incapaces de separar el Estado de la
religión y han sido agresivos al referirse a las mujeres. El PPD ha sido cómplice de estas acciones al
no actuar con claridad en controversias relativas a la equidad de géneros y al
coquetear con grupos religiosos y conservadores tal y como lo ha hecho el PNP. ¿Vidas a cambio de votos? Esa parece ser la consigna de ambos
partidos.
Sólo podremos creer en el compromiso con las mujeres, cuando
ambos partidos nos demuestren con acciones consistentes que nosotras importamos
más que su afán de poder. Les creeremos
cuando asuman con valentía, y no con conferencias de prensa, la tarea gigante y
digna de traer equidad y justicia para cada mujer y niña de nuestro país. Las mujeres no olvidamos.
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