2.3.12

Cerezas amargas

Publicada en El Nuevo Día2 de marzo de 2012

El caso de Héctor Ferrer es la cereza que corona el pastel amargo del machismo institucional.  Un machismo que se ha caracterizado por la utilización de los asuntos relacionados con las mujeres para manipular la opinión pública independientemente del efecto negativo que esa manipulación pueda tener en la vida y seguridad de todas nosotras.  Un pastel que, además, resulta ofensivamente kitsch gracias a los comentarios desacertados y cargados de incongruencias de algunos jefes de agencias.
El tema de la violencia hacia las mujeres hoy protagoniza la campaña electoral.  Lo lamentable, es que lo hace por razones equivocadas.  Ni un lado ni el otro se ha preguntado públicamente lo primero que nos preguntaríamos cuando queremos el bienestar de una mujer en una situación de violencia doméstica: ¿Qué necesita esta mujer para estar segura?  En ambos bandos las preguntas que han servido de guía para sus acciones han sido: ¿Cómo hago para quedar bien públicamente? ¿Cómo aprovecho para aplastar a mi contrincante?
Esto nos obliga a distinguir el tema de la violencia de género del tema del oportunismo político. 
No es un secreto que desde el año 2009 el movimiento de mujeres ha señalado al gobierno y al liderato del PNP como los principales agresores de las mujeres en este país.  Dejaron sin efecto programas exitosos como la carta circular de perspectiva de género, han linchado candidatas a la Procuraduría de las Mujeres, han hecho alianzas con pastores misóginos, han llenado el Tribunal Supremo de jueces incapaces de separar el Estado de la religión y han sido agresivos al referirse a las mujeres.  El PPD ha sido cómplice de estas acciones al no actuar con claridad en controversias relativas a la equidad de géneros y al coquetear con grupos religiosos y conservadores tal y como lo ha hecho el PNP.  ¿Vidas a cambio de votos?  Esa parece ser la consigna de ambos partidos. 
Sólo podremos creer en el compromiso con las mujeres, cuando ambos partidos nos demuestren con acciones consistentes que nosotras importamos más que su afán de poder.  Les creeremos cuando asuman con valentía, y no con conferencias de prensa, la tarea gigante y digna de traer equidad y justicia para cada mujer y niña de nuestro país.  Las mujeres no olvidamos.

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