Columna publicada en El Nuevo Día
2 de mayo de 2013
Hay muchas definiciones para la palabra
"decencia".
Encontré algunas que aluden al recato, la modestia y el
respeto a la moral sexual... Y cuando las vi, me pregunté a qué moral se
refieren y cómo la definían. Me lo
pregunté porque la palabra moral también está de moda y se usa de manera
particular para estigmatizar a personas gays, lésbicas, bisexuales,
transexuales y transgénero (LGBTT). Esto a pesar de que la moral, por
definición propia, es algo que no se legisla.
¿La moral no se legisla? No. La moral nace del cuerpo de
creencias que un grupo social o personas adoptan como un código que les ayuda a
diferenciar el bien y el mal. Lamentablemente, y que se rasguen las vestiduras
algunas personas, la moral tiene áreas grises y muy subjetivas. Por eso, hay personas que apelan a la moral y
a la decencia para defender su supuesto derecho a discriminar a otros seres
humanos. Otras personas, apelamos a un deber moral de actuar para erradicar el
discrimen por orientación sexual e identidad de género. ¿Quién tiene la razón? ¿Quien quiere imponer
una moral única para quitar derechos o quien reconoce que la moral individual
no se legisla pero el acceso a derechos humanos sí?
Volvamos al tema de la decencia. Hay otras definiciones
de decencia que hacen referencia a la dignidad y la honestidad en los actos y
en las palabras. En estos días en el interior de nuestra Legislatura se debaten los derechos
humanos de las personas LGBTT. Mientras
algunos cabilderos visitan la Legislatura con la biblia bajo el brazo, otros
seguramente visitan la Fortaleza. ¿Es
digno para un gobernante dejarse manipular por grupos que quieren imponer una
sola moral a un país diverso? ¿Se actúa con honestidad cuando se sabe qué es lo
correcto para la equidad pero se deja que el miedo decida qué hacer?
Ahí es donde se ve quiénes son las verdaderas personas
decentes en este país. No las que se escudan tras morales relativas, sino las
que saben cuál es su deber moral real, el de abrir paso a la equidad, y lo
cumplen con valentía. Ni cobardes, ni inmorales, ni indecentes negociantes de
los derechos ajenos nos deben representar o gobernar.
La petición a legisladores y al Gobernador es clara.
Actúen con decencia. Actúen para la equidad.
Al leer tu columna me enbarga el temor de que tus palabras sean una premonicion de lo que va a suceder con los projectos 238 y 453. Yo no vivo en PR. Pero, he estado siguiendo todo lo relacionado a la lucha por la equidad en mi Isla. Solo espero que los fundamentalistas no se salgan con la suya. Y que PR logre dar un paso alfrente y se una al movimiento mundial progresista por la igualdad de derechos humanos. Gracias por tu gran labor, esfuerzo y desencia.
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