¿A quién le gusta que Playboy celebre en Puerto Rico una de sus fiestas de aniversario? A mí no, porque reconozco que tanto Playboy como otras empresas basadas en la explotación de las mujeres existen gracias a la desigualdad de géneros. ¿Es este un planteamiento moralista? No. Allá los moralistas con sus expresiones mojigatas sobre la sexualidad y el terror a los cuerpos. De lo que yo hablo es de sexismo.
¿Y qué es sexismo? Me siento obligada a definirlo porque a veces, de tanto usar un término, se presume que todo el mundo lo entiende y a fin de cuentas no es así. El sexismo es la tendencia a valorar a las personas en virtud de su sexo, sin considerar otras características como su trabajo o sus aptitudes. Desde el pensamiento sexista, una mujer deber ser sumisa, callada y obediente. También debe cumplir con parámetros estéticos rígidos que excluyen y discriminan a las que no cumplen con ellos.
Playboy se ha hecho millonaria explotando el sexismo y, con ello, crea una combinación de expectativas y estereotipos letal para muchas mujeres y niñas. En el mundo Playboy está bien ver a las mujeres como objeto y en el mundo real ser objeto se convierte en sinónimo de ser víctima del tráfico de humanas, de la pedofilia, de la pobreza y de la violencia. La actividad de Playboy me enfrenta a una situación particular. Por un lado, como feminista debo repudiar la explotación sexual de las mujeres, y por otro lado, como mujer, debo reclamar el derecho a decidir sobre mi cuerpo, a disfrutar y disponer de él desde mi libertad.
Se ha dicho que el cuerpo de las mujeres es un campo de batalla. Y así es. Nuestros cuerpos no sólo son violados, humillados y agredidos para destruir al enemigo en los escenarios de guerra. En sociedades como la nuestra, se convierten en presa de otras batallas económicas y de poder como las que vivimos día a día y en la que los medios, la iglesia y los emporios económicos aspiran a controlarnos. Ante esto sólo queda como estandarte de la libertad la conciencia de cada mujer a la hora de decidir dónde se posiciona y por qué.
¿Y qué es sexismo? Me siento obligada a definirlo porque a veces, de tanto usar un término, se presume que todo el mundo lo entiende y a fin de cuentas no es así. El sexismo es la tendencia a valorar a las personas en virtud de su sexo, sin considerar otras características como su trabajo o sus aptitudes. Desde el pensamiento sexista, una mujer deber ser sumisa, callada y obediente. También debe cumplir con parámetros estéticos rígidos que excluyen y discriminan a las que no cumplen con ellos.
Playboy se ha hecho millonaria explotando el sexismo y, con ello, crea una combinación de expectativas y estereotipos letal para muchas mujeres y niñas. En el mundo Playboy está bien ver a las mujeres como objeto y en el mundo real ser objeto se convierte en sinónimo de ser víctima del tráfico de humanas, de la pedofilia, de la pobreza y de la violencia. La actividad de Playboy me enfrenta a una situación particular. Por un lado, como feminista debo repudiar la explotación sexual de las mujeres, y por otro lado, como mujer, debo reclamar el derecho a decidir sobre mi cuerpo, a disfrutar y disponer de él desde mi libertad.
Se ha dicho que el cuerpo de las mujeres es un campo de batalla. Y así es. Nuestros cuerpos no sólo son violados, humillados y agredidos para destruir al enemigo en los escenarios de guerra. En sociedades como la nuestra, se convierten en presa de otras batallas económicas y de poder como las que vivimos día a día y en la que los medios, la iglesia y los emporios económicos aspiran a controlarnos. Ante esto sólo queda como estandarte de la libertad la conciencia de cada mujer a la hora de decidir dónde se posiciona y por qué.
Vea otras opiniones en los siguientes links:
Mujeres en Puerto Rico por Verónica Rivera
No hay comentarios.:
Publicar un comentario