Un día antes del Paro Nacional es importante que reflexionemos sobre el momento que vive el país.
Hemos estado sufriendo las agresiones continuas de un gobierno caracterizado por la violencia sicológica e ideológica. Todavía hoy, ese mismo gobierno menosprecia nuestra inteligencia y cree que somos un pueblo manipulable a través del miedo y del individualismo. Por eso, han hablado de terrorismo, de independentismo, de minorías supuestamente violentas y malintecionadas. Están apelando a prejuicios que en el pasado le han servido para hacernos creer que el pueblo carece de poder y que el gobierno de turno es la única entidad con la inteligencia suficiente para tomar decisiones a nombre de todas y todos. Quieren que nos miremos unos a otras con sospecha y que nos atrincheremos en causas fragmentadas para que abortemos un movimiento democrático sin precedentes en nuestra historia.
Pero aquí, lo único que acaba de morir es la idea de que el gobierno es infalible. También acaba de morir la concepción de que ese gobierno nos representa y nos sirve. Estamos hablando del muerto más impresionante de este siglo. Con esa muerte, sólo nos queda la democracia participativa que no le teme al estado. Porque, ¿quién le teme a un muerto? Estamos ante un muerto que aún no se ha reconocido como tal y que está dando sus últimos aletazos de desesperación para detenernos. Es sólo un fantasma opresivo al que hay pasar por el lado fijando nuestra mirada en la equidad y la justicia que están vivas y necesitando nuestra acción solidaria.
Mañana, el éxito del Paro Nacional depende de todas y todos. No sólo se trata de empleadas y empleados públicos. El país entero está en riesgo de perder derechos fundamentales. Así, que al parar, estamos afirmando nuestro compromiso con las víctimas de la violencia, con las comunidades sumidas en la pobreza, con la educación de nuestras niñas y niños, con el acceso a educación superior para nuestros jóvenes, con los servicios a personas viejas, con impedimentos, mujeres, veteranos y pacientes, con el derecho a la salud, con el derecho al trabajo… estamos afirmando nuestro compromiso con el amor al prójimo por encima de las diferencias y a pesar de las desigualdades que nos han dividido hasta ahora.
¿Quién le teme a un muerto? Eso es cosa de niños, y nuestro pueblo acaba de alcanzar su adultez. Por eso mañana, con valor, esperanza y amor marcharemos todo Puerto Rico por Puerto Rico y las mujeres, seremos las primeras en hacerlo… por nosotras, por nuestras familias, por el país.
Hemos estado sufriendo las agresiones continuas de un gobierno caracterizado por la violencia sicológica e ideológica. Todavía hoy, ese mismo gobierno menosprecia nuestra inteligencia y cree que somos un pueblo manipulable a través del miedo y del individualismo. Por eso, han hablado de terrorismo, de independentismo, de minorías supuestamente violentas y malintecionadas. Están apelando a prejuicios que en el pasado le han servido para hacernos creer que el pueblo carece de poder y que el gobierno de turno es la única entidad con la inteligencia suficiente para tomar decisiones a nombre de todas y todos. Quieren que nos miremos unos a otras con sospecha y que nos atrincheremos en causas fragmentadas para que abortemos un movimiento democrático sin precedentes en nuestra historia.
Pero aquí, lo único que acaba de morir es la idea de que el gobierno es infalible. También acaba de morir la concepción de que ese gobierno nos representa y nos sirve. Estamos hablando del muerto más impresionante de este siglo. Con esa muerte, sólo nos queda la democracia participativa que no le teme al estado. Porque, ¿quién le teme a un muerto? Estamos ante un muerto que aún no se ha reconocido como tal y que está dando sus últimos aletazos de desesperación para detenernos. Es sólo un fantasma opresivo al que hay pasar por el lado fijando nuestra mirada en la equidad y la justicia que están vivas y necesitando nuestra acción solidaria.
Mañana, el éxito del Paro Nacional depende de todas y todos. No sólo se trata de empleadas y empleados públicos. El país entero está en riesgo de perder derechos fundamentales. Así, que al parar, estamos afirmando nuestro compromiso con las víctimas de la violencia, con las comunidades sumidas en la pobreza, con la educación de nuestras niñas y niños, con el acceso a educación superior para nuestros jóvenes, con los servicios a personas viejas, con impedimentos, mujeres, veteranos y pacientes, con el derecho a la salud, con el derecho al trabajo… estamos afirmando nuestro compromiso con el amor al prójimo por encima de las diferencias y a pesar de las desigualdades que nos han dividido hasta ahora.
¿Quién le teme a un muerto? Eso es cosa de niños, y nuestro pueblo acaba de alcanzar su adultez. Por eso mañana, con valor, esperanza y amor marcharemos todo Puerto Rico por Puerto Rico y las mujeres, seremos las primeras en hacerlo… por nosotras, por nuestras familias, por el país.
Amarilis te felicito por tus palabras. Aunque en la distancia, busco mantenerme conectada con lo que ocurre en Puerto Rico. Seria genia que este articulo se publicarar en algun periodico para que logre mayor alcance. Bendiciones, en hermandad Francis Fernandez - Portland Oregon
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