8.5.09

Una familia a prueba de estereotipos


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Por Cynthia López Cabán / End.cynthia.lopez@elnuevodia.com

Amárilis y Magdaline comparten una vida normal como pareja, junto a sus hijos

Caguas - El apartamento H-302 despide olores dulzones. En la cocina, Magdaline Rodríguez González sofríe cebolla como parte del condimento que prepara para el bacalao. Amárilis Pagán Jiménez pela las verduras.

El pequeño Sebastián López Pagán, de nueve años, come Nutella -una crema de avellana y chocolate-, mientras que su hermano Jaime López Pagán, de 12 años, estudia para un examen de matemática. Isadora López Pagán, de 15 años, salió un momento a conversar con sus amigas.
Magdaline y Amárilis aprovechan también para coordinar algunos eventos pendientes.

“El jueves Sebastián sale temprano de la escuela. Creo que es más fácil que yo lo recoja y me lo
Siguen repasando notas y dividiendo tareas como cualquier pareja. Conversan y se mueven con tanta tranquilidad que pasa inadvertido que se trata de una familia compuesta por dos mujeres.
Esta pareja, que formó una familia hace tres años, explica que asume su relación con naturalidad, sin rodeos. Salen tomadas de las manos. Se presentan como las “madres” de los muchachos cuando acuden a la escuela.

partidarias de la justicia

Amárilis estuvo casada. Los tres hijos que cría con la ayuda de Magdaline son producto de esa relación. El padre de los chicos y la chica también participa en su crianza. Comparten los fines de semana.

“Te sorprendería la forma como la gente acepta (nuestra relación), a veces con más naturalidad de la que uno espera”, indica Amárilis, quien dirige el Proyecto Matria, organización que ofrece ayuda a mujeres sobrevivientes de violencia doméstica.

En ese ejercicio de vivir juntas, Amárilis y Magdaline aspiran a escribir otro libreto, otra posibilidad de ser y a cambiar los prejuicios que muchas personas tienen en torno a las lesbianas y los gays. Todavía hay sectores de la sociedad puertorriqueña que se expresan con rencor o describen a las parejas del mismo sexo como “torcidas”.

“Me di cuenta que el miedo precisamente lo que hace es acrecentar esa hostilidad y cuando tú demuestras temor el que es hostil se alimenta”, apunta Amárilis.

Esta conciencia dirige la vida pública y privada de estas mujeres. Ambas son partidarias de la justicia y la equidad. Magdaline es coordinadora educativa del programa de prevención de violencia hacia las mujeres en la Universidad de Puerto Rico en Humacao.

Ese proyecto de justicia y respeto se observa en su casa y en las actividades cotidianas. La pareja distribuye las tareas del hogar de forma equitativa. Nada de divisiones viejas que siguen estereotipos sexistas.

Empresa familiar

Magdaline, por ejemplo, participa en los juegos de soccer familiar que se celebran en la escuela porque a Amárilis no le gusta este deporte.

En el caso de los chicos y la chica, se promueve la responsabilidad individual, señala Magdaline. Cada uno lava su plato después de la comida. También recogen su cuarto y ayudan con la limpieza de las áreas comunes de la casa, que exhibe cuadros pintados por Amárilis.

Como cualquier padre y madre, Magdaline y Amárilis aspiran a transmitir a sus hijos e hija valores de respeto, honestidad y verticalidad, principios que ambas practican.

“Los estamos preparando para la libertad, para que cuando les toque el momento de decidir en sus vidas sobre carreras, ideas políticas, orientación sexual, lo puedan hacer desde un sentido de libertad y con una mente crítica”, concluye Amárilis.

1 comentario:

  1. Anónimo3:16 p.m.

    excelente punto de vista bajo el prisma del amor y la responsabilidad mutua, compartida con el ex-esposo y con los niños, no es fácil integrarse a una sociedad con valores y estereotipos contrarios a la tradición y a los esquemas anteriores al siglo XX1
    Llevan una lucha grande y denodada, pero con e tiempo, las murallas de la incomprendión se derrumbarán.
    Las convicciones personales son la fuente del cambio social

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