Los derechos humanos son indivisibles. Y desde esa premisa, que afirma de manera contundente nuestra propia integridad y dignidad humana, se hace imperativo afirmar y reclamar nuestro derecho a servicios de salud sexual y reproductiva. Privarnos de esos servicios, equivale a fragmentarnos como seres humanas y hacernos vulnerables ante la violencia y la pobreza.
Hoy, 28 de mayo, es importante remirar el estado del derecho a la salud de las mujeres en Puerto Rico. Una primera mirada nos permite ver que en nuestro país el derecho a la salud no se ve como un derecho humano a pesar de que a nivel internacional el mismo ha sido reconocido en declaraciones y pactos internacionales.
Una segunda mirada, nos alerta de los peligros de un Estado cada vez más influenciado por principios religiosos. Desde esa mirada de alerta, estamos obligadas a exigir y defender el Estado laico donde las premisas religiosas no tienen cabida a la hora de tomar decisiones sobre nuestros cuerpos… cuerpos que trascienden nuestra individualidad y que se convierten en un cuerpo colectivo de mujeres diversas, con necesidades, creencias y aspiraciones diferentes pero con una meta común: alcanzar nuestro pleno desarrollo humano.
La humanidad de cada niña y mujer de esta Isla, nos obliga a dar una tercera mirada más profunda y más sensible. Porque desde la cotidianidad y la cercanía a otras mujeres podemos ver los detalles de las injusticias que construyen la inequidad de géneros.
Todavía en Puerto Rico las niñas que son víctimas de agresiones sexuales son revictimizadas cuando se les niegan los servicios que necesitan para recuperar su salud física y emocional y son acalladas por un sistema médico-legal que las ve como un problema y no como los seres humanos que son.
Todavía en Puerto Rico una joven o mujer que ha sufrido una agresión sexual se pregunta a sí misma si debe acudir a una sala de emergencias a solicitar servicios y, si lo hace, se repregunta más adelante si valió la pena someterse al escrutinio insensible de quienes la atendieron en un momento de extrema vulnerabilidad y dolor.
Todavía en Puerto Rico una mujer que sufre una agresión por su pareja puede pasearse por las salas de emergencia sin que un profesional de la salud se percate de ello y se tome el tiempo para documentar el caso, orientarla y referirla a servicios adicionales que garanticen su seguridad y salud emocional.
Todavía en Puerto Rico una mujer con problemas de salud mental puede terminar en las calles porque no existen servicios que le garanticen un trato digno, un plan de servicios integrados y su estabilización para que recupere su salud.
Todavía en Puerto Rico una mujer con problemas de adicción a drogas puede ser violada y agredida en las calles, puede deteriorarse y morir poco a poco en alguna esquina, sin que el sistema de salud la reconozca y la apoye para que reencuentre su balance y viva una vida digna.
Todavía en Puerto Rico miles de mujeres son obligadas a parir porque se les niega el acceso a píldoras anticonceptivas, algún médico se negó a esterilizarlas o no se les orientó sobre su derecho a practicarse un aborto.
Todavía en Puerto Rico las mujeres son privadas de un proceso de parto humano y sensible en el cual su salud y la del/la bebé sean el eje de los procedimientos que sigan.
Todavía en Puerto Rico las mujeres que no son heterosexuales temen informárselo a su médico y se privan de un servicio adecuado.
Todavía en Puerto Rico, miles de mujeres carecen de servicios de salud adecuados porque viven en extrema pobreza y no poseen una cubierta médica que les garantice el acceso a profesionales de la salud que las escuchen, las orienten y las atiendan con integridad y respetando su dignidad.
Todavía en Puerto Rico, las agencias de gobierno promueven una visión estereotipada de las mujeres que limita sus posibilidades de desarrollo económico y las excluye de los grupos sociales con acceso real a los servicios de salud.
Todavía en Puerto Rico la salud está en manos de unas pocas personas y la pobreza y la desigualdad arropa al resto.
Afortunadamente, hoy en Puerto Rico, existen mujeres y hombres que reconocen esta realidad y trabajan para cambiarla desde diversos espacios. Hoy 28 de mayo de 2009, es importante reafirmarnos en la lucha por la equidad de géneros y fortalecer nuestros trabajos en el área de salud.
Cuando las mujeres nos negamos a asumir el rol de princesas desvalidas que nos asigna la sociedad, inmediatamente nos convertimos en brujas y rebeldes. Pero, después de todo, ¿es tan malo ser una bruja rebelde? Reafirmar nuestra identidad, reclamar espacios para la equidad es cosa de todas... de brujas y ex-princesas.
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ResponderBorrarEL 28 DE MAYO ES UN DÍA PARA LUCHAR Y REIVINDICAR LA SALUD COMO UN DERECHO HUMANO FUNDAMENTAL DE LA MUJER
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