16.11.15

Ver a las otras: A 9 días del Día Internacional de No Más Violencia Hacia las Mujeres

Árbol de mensajes, abril 2012, Estambul Turquía
Nota: Se me ha hecho difícil mantener el ritmo de escritura de hace unos años.  Trabajar para que una organización como Matria crezca, aún en tiempos adversos, y ser parte de otros colectivos de trabajo como CABE, cobra su buena cuota de tiempo.  También la familia, también el amor.  Sin embargo, este año voy a tratar de recuperar al menos una parte de la cuenta regresiva al 25 de noviembre que hice en otros momentos.  Es importante y es urgente.  Nos encontramos en momentos en los que no podemos darnos el lujo de permitir que se invisibilicen las distintas formas de violencia que sufren las mujeres y que el gobierno y el país tomen decisiones que nos afectarán irremediablemente.  Y como pasa con tantas otras luchas de las mujeres, trabajar en contra de las violencias hacia nosotras seguramente traerá equidad a otros grupos.

Vivimos en un sistema que nos educa para ser machistas.  A hombres y a mujeres.  También para ser otras tantas cosas que minan nuestra capacidad de amar al prójimo y sentir empatía.  Los prejuicios nos impiden ver la humanidad ajena y si no la vemos, no podemos tener una sociedad justa y equitativa.

Si queremos erradicar la violencia hacia las mujeres tenemos que aprender a verlas.  Esa tarea es compleja.  Nuestras historias de vida nos dan un marco de referencia limitado.  Nuestros pensamientos domesticados nos hacen rechazar las personas diferentes.  Nuestros miedos nos hacen criticar conductas que sentimos amenazantes.  Y así, se nos pasa pensar en las mujeres que viven en soledad, enfermas.  No las vemos, no existen.  Nos imaginamos que las que viven en pobreza están dándose la buena vida a costa del PAN o de otras ayudas del gobierno.  No hemos vivido esa pobreza, no existe.  No hemos sido víctimas de un evento de violencia en nuestras relaciones de pareja, le decimos mentirosas a las que denuncian la que sufren.  No nos ha agredido sexualmente un ser querido, dudamos de la palabra de las niñas o jóvenes que se atreven a hablar.  No nos han negado tratamiento médico, decimos que con la "tarjetita" todas las demás mujeres tienen servicios... La lista sería larga.  Aún la de las violencias que sufrimos en carne propia y no reconocemos.

Así que hoy, mi invitación es a ver a las otras mujeres.  Niñas, jóvenes, adultas y viejas.  De cualquier clase social, pero en especial las que son invisibles a la mirada común porque no cae en los perfiles que los medios y la publicidad necesitan para sus agendas de lucro.

Veamos.  Ese es el primer paso para entender, para amar y para comprometerse con la equidad.

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