27.5.10

Galanes


Hecho #1: Osvaldo Ríos es un agresor convicto por un caso de violencia doméstica y otras compañeras suyas han expresado públicamente que también fueron agredidas por él. Hecho #2: La dirección de la Parada Puertorriqueña en Nueva York declaró que no considera tal convicción como algo relevante y que lo que consideraron para designarlo como padrino internacional de la parada fue su trayectoria como galán de telenovelas. Conclusión: La maldición de los galanes de telenovelas nos persigue más allá de la pantalla de los televisores.

Siempre he estado convencida de que las telenovelas son el enemigo número 1 de la equidad para las mujeres. Basta con mirar las telenovelas que invaden los canales locales en estos días para ver el desfile de galanes borrachones, infieles, maltratantes, agresores sexuales, mentirosos y manipuladores que conquistan con tales atributos y una cara linda a las mujeres que luego de sufrir, llorar y pasar las de Caín le perdonan todo para más tarde desfilar hasta el altar y vivir felices para siempre… o al menos hasta que las letras de la palabra FIN desaparecen de la pantalla del televisor en el último capítulo. Todo se perdona. Todo se olvida desde una perspectiva social que minimiza la violencia en contra de las mujeres, la justifica y peor aún, responsabiliza a las mismas de su propia victimización.

Lamentablemente, miles de mujeres deben vivir en carne propia la realidad de amar, convivir y sobrevivir a sus propios agresores… a sus propios galanes que le regalan flores mientras les asesinan el espíritu y los sueños.

Ahora, Osvaldo Ríos está invocando a Dios en una carta abierta recientemente publicada, para convencernos de que se rehabilitó y de que está en contra de la violencia doméstica. Su mera afirmación no convierte en un hecho su rehabilitación. Lo que sí es un hecho es que esto ya no se trata de él, sino de cómo ciertos grupos siguen minimizando la violencia doméstica y justificándola. Nos dejan ver con sus actos, que los galanes- reales o ficticios- pueden quedar impunes a pesar de su violencia mientras sus víctimas se convierten en el personaje secundario y olvidado de la telenovela social.

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