Publicada el 26-Octubre-2007
Voces de El Nuevo Día
En nuestro país a veces parece pensarse que para lograr el bienestar común hay que borrar del mapa a alguien. Hay quienes piensan en borrar del mapa a los pobres, hay quienes quieren borrar del mapa a los ricos, hay quienes actúan para borrar del mapa a los pacientes de VIH, a los adictos, a las mujeres sobrevivientes de violencia doméstica, a los negros, a los trabajadores y hasta a los gays. Así, partiendo de una mentalidad totalmente exclusiva y adversativa, se perpetúan desencuentros que no nos permiten superar los retos colectivos que hoy ocupan las primeras planas noticiosas.
Sin embargo, la solución está al otro lado. Y esto lo digo con varios significados que se yuxtaponen. Está al otro lado porque no se trata de borrar a quienes ya tenemos en este país que habitamos, sino en hacer lo contrario: integrarlos y dejar a un lado las ideas de exclusión que tanto daño nos hacen.
La solución también está al otro lado porque en la medida en que logremos mirar desde los ojos ajenos, desde sus historias, sus vivencias y sus paradigmas, encontraremos puntos de convergencia desde los cuales catapultar acciones conjuntas y efectivas basadas en metas comunes. Sin alianzas no habrá ni paz ni progreso ni justicia social.
Un ejemplo de estos esfuerzos de integración, aunque no es el único, lo estamos viendo en la Alianza Multisectorial para el Desarrollo Económico Comunitario. Esta nueva organización sin fines de lucro nació de los Encuentros por el Desarrollo Económico Comunitario que la Asociación de Bancos auspicia como parte de la Semana de la Reinversión Comunitaria. ¿Bancos promoviendo la integración de voluntades? En realidad se trata de comunidades y entidades públicas y privadas apoderándose de una oportunidad nacida en el sector bancario y de un espacio de diálogo para crear propuestas de desarrollo económico comunitario y, por ende, de otros desarrollos más importantes: los humanos. ¿Hacia dónde queremos llevar al país? Al otro lado, al lado de la esperanza, de la solidaridad, del desarrollo sustentable y equitativo. Al del bienestar común.
Cuando las mujeres nos negamos a asumir el rol de princesas desvalidas que nos asigna la sociedad, inmediatamente nos convertimos en brujas y rebeldes. Pero, después de todo, ¿es tan malo ser una bruja rebelde? Reafirmar nuestra identidad, reclamar espacios para la equidad es cosa de todas... de brujas y ex-princesas.
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