16.8.07

Reivindicar el derecho a la vida

Publicado en Voces, El Nuevo Día
16 de agosto de 2007

¿Qué siente un ser humano en una situación en la cual es despojado de todo control sobre su cuerpo y su vida mediante la utilización de la violencia? ¿Cuánta angustia? ¿Cuánta ira o frustración? ¿Cuánto miedo? ¿Qué siente quien lo presencia? ¿Cómo se sobrepone la familia y la comunidad? Estoy segura de que el vídeo que puso en evidencia los actos de brutalidad policíaca que privaron de la vida a Miguel A. Cáceres consternaron al país entero. No es posible ver el vídeo sin angustiarse. Pero ante esa sensación de angustia, el paso siguiente debe ser de denuncia y de acción.

Los activistas de derechos humanos y las personas de las comunidades llevan tiempo denunciando situaciones como ésta. Las han denunciado y todo se ha quedado en una nota secundaria en la prensa local y un recóndito lugar en la memoria colectiva. Esto, junto a un manto de impunidad, parece ser el mejor incentivo para que la uniformada perpetúe una cultura de terror y violencia en una sociedad que ya está saturada de pobreza, de desesperanza y de la propia violencia.

Ya es hora de que toda ciudadana y ciudadano preste atención a las denuncias de brutalidad policíaca que hacen las comunidades y las organizaciones de derechos humanos. Si esas denuncias son recibidas por el público con indiferencia tendremos que seguir sufriendo la violencia del estado hasta límites insospechados. No podemos caer en la idea común de que estos actos se dan en comunidades pobres o en residenciales públicos y que por eso son menos graves. No podemos hacernos eco de los prejuicios de clase con los cuales se estigmatizan las comunidades pobres como si fueran criminales y validar con nuestro silencio la falta de justicia y de respeto a la vida y a la dignidad de todo ser humano.

Ante los hechos de esta semana, la acción ciudadana debe darse como un reclamo al sistema, porque ese “sistema” nos pertenece y nos tiene que responder. Y debe darse desde una comprensión clara de que no hay nada que justifique el uso desmedido de fuerza hacia un ser humano o tomar su vida. Tampoco hay nada que justifique la indiferencia. Ni la indiferencia ni el olvido. Preparémonos para actuar y hagámoslo.

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