El Nuevo Día/ Voces
24 de diciembre de 2007
Esta semana, y luego de un amplio proceso de consultas, las organizaciones de mujeres de toda la Isla acabamos de anunciar los nombres de las dos compañeras que consideramos idóneas para ocupar el puesto de Procuradora de las Mujeres. A estas alturas, sus nombres ya deben estar en la prensa nacional y por ello, este momento resulta idóneo para que las mujeres digamos lo que queremos… después de todo, se trata de un asunto que nos compete a todas y que afectará no sólo nuestros derechos adquiridos, sino los derechos que aún nos faltan por garantizar…
En el año 2001, la creación de la Oficina de la Procuradora de las Mujeres representó un logro del movimiento de mujeres ya que con esta oficina se sentó un precedente importante: el reconocimiento de que las mujeres, como grupo que aún es excluido del libre ejercicio de sus derechos, ameritaba la creación de un ente gubernamental autónomo y libre de presiones político partidistas. La premisa subyacente era y sigue siendo clara: los derechos humanos no pueden estar a merced de los vaivenes políticos del país. Los derechos humanos deben estar por encima de esas consideraciones. De eso se trata la Oficina de la Procuradora de las Mujeres.
Ahora, con la renuncia de la Lcda. María Dolores Fernós, las organizaciones se unieron para hablar no sólo a nombre de ellas, sino a nombre de las miles de mujeres que atendemos a diario en nuestros espacios. Hablamos a nombre de las sobrevivientes de violencia doméstica, de las sobrevivientes de agresión sexual, de las niñas, de las mujeres viejas, de las obreras, de las jefas de familia, de las pobres, de las negras, las lesbianas y de toda aquella que aún necesita apoyo para desarrollarse plenamente como ser humana y en igualdad de condiciones… Hablamos para decir lo que queremos y lo que queremos es simple: un proceso de nombramiento y confirmación libre de partidismos, honesto y comprometido con el bienestar de todas. Ahora les corresponde al señor Gobernador y al Senado mostrar con sus acciones el compromiso que tienen con nosotras…
Cuando las mujeres nos negamos a asumir el rol de princesas desvalidas que nos asigna la sociedad, inmediatamente nos convertimos en brujas y rebeldes. Pero, después de todo, ¿es tan malo ser una bruja rebelde? Reafirmar nuestra identidad, reclamar espacios para la equidad es cosa de todas... de brujas y ex-princesas.
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