Voces/El Nuevo Día/ 2 de enero de 2008
Conozco muchas Reinas Magas. Algunas son ricas en bienes materiales y los comparten. Otras son ricas en inteligencia y la usan en beneficio de sus comunidades o de causas justas. Muchas son ricas en iniciativas y no escatiman en ponerlas al servicio de quienes las necesitan. Todas son ricas en amor y eso es lo que las convierte en reinas. Por eso, celebro la solidaridad y el entusiasmo que demuestran las mujeres de Puerto Rico para mantener vivo el trabajo por la equidad y la justicia para todas nosotras y el país.
Como conozco a las Reinas Magas- y sus aprendices- aprovecho para presentarles mi lista de peticiones.
Mi primera petición va dirigida a las Reinas Magas que viven su día a día tras las paredes del Capitolio… esas que hacen peripecias para sobrevivir el mundo político del país y que se saben representantes de los intereses genuinos de las demás mujeres. A ellas les pido que en el nuevo año miren con ojos solidarios las causas que atañen al bienestar general del país y al de las mujeres como grupo. No olviden que las mujeres, como ciudadanas, tienen derecho a que se consideren sus necesidades y a que se les permita desarrollarse plenamente.
También le tengo una lista a las Reinas lideresas de nuestras organizaciones de mujeres y de nuestras comunidades, las que se desvelan por cumplir los compromisos que asumen, le dan cabeza a los problemas que nos aquejan y no bajan la guardia ante las situaciones que nos afectan adversamente. Son el motor de muchas iniciativas que traen esperanza al país invisible y pobre que otras suelen pasar por alto. A ellas les pido firmeza en sus posturas, apertura a la diversidad y que alimenten las redes de apoyo que necesitamos para hacer crecer la idea de que un país que nos pertenezca en igualdad sí es posible.
A todas las Reinas Magas les pido que se miren unas a otras con afán de cambio, con orgullo y con solidaridad como si todas fueran imágenes de un mismo espejo infinito en el cual se reflejan también otras mujeres que nos precedieron y las que aún están por llegar…
Cuando las mujeres nos negamos a asumir el rol de princesas desvalidas que nos asigna la sociedad, inmediatamente nos convertimos en brujas y rebeldes. Pero, después de todo, ¿es tan malo ser una bruja rebelde? Reafirmar nuestra identidad, reclamar espacios para la equidad es cosa de todas... de brujas y ex-princesas.
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Que nuestras luchas personales y colectivas se concreten este 2008. ¡Feliz año nuevo!
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