Voces/ El Nuevo Día
29 de noviembre de 2007
En Puerto Rico una persona que tenga la suerte de obtener un empleo a tiempo completo con un salario mínimo devenga un salario bruto promedio de $1,000 mensuales. En el caso de personas que se ven obligadas a adquirir un carro para moverse a su empleo, ese salario se reduce en al menos $200 mensuales, súmese (o réstese) el pago de cuido de niños/as, las deducciones obligatorias como el seguro social y las contribuciones y los gastos cotidianos como la gasolina, la compra y todo lo que viene detrás. Al final no queda nada, sólo la sobrevivencia… no queda dinero ni para el pago de una renta moderada y mucho menos de una hipoteca.
Con este panorama es inevitable mirar los proyectos de ley presentados por el Gobernador para incentivar la compra de hogares como algo totalmente ilusorio. ¿Comprar hogares de $150,000? ¿Quiénes? Si en Puerto Rico hay más personas viviendo bajo los niveles de pobreza que sobre ella. Aquí una se diría: “Bueno, pues entonces hay que aumentar las casas de interés social.” Pero en vez de eso, los constructores proponen aumentar el precio de las casas de interés social. Pareciera pensarse que la mera etiqueta de “interés social” las hiciera accesibles a las personas sin hogar propio y pobres de este país.
¿Y quién es esa gente pobre? Esa gente pobre es la que muchas veces no queremos ver porque nos molesta el concepto. Gente pobre es la que no tiene acceso a crédito tradicional por lo cual no sólo no puede comprar una casa de $100,000, sino que tampoco puede comprar una de $80,000. Es la gente que busca trabajo y sólo encuentra part-times y la que deja de pagar una cuenta este mes para pagar otra porque permanecen en un límite de sobrevivencia que limita su pleno desarrollo humano y el de sus hijos/as. Es la gente que vive y sufre la desigualdad aunque no la llame por su nombre.
¿Desarrollaremos la economía de Puerto Rico creando incentivos para generar riqueza a quienes ya la tienen? ¿O desarrollaremos al país eliminando la desigualdad? ¿Por el interés social de quiénes trabajará el gobierno y la comunidad?
Cuando las mujeres nos negamos a asumir el rol de princesas desvalidas que nos asigna la sociedad, inmediatamente nos convertimos en brujas y rebeldes. Pero, después de todo, ¿es tan malo ser una bruja rebelde? Reafirmar nuestra identidad, reclamar espacios para la equidad es cosa de todas... de brujas y ex-princesas.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
Las últimas de la fila
No recuerdo que alguien me haya dicho de niña que debía ser la última en comer. Pero lo aprendí. De adulta, al cocinar o comprar comida par...
-
No se puede querer ser celebrity o influencer y defensora de derechos humanos a la misma vez. No se puede querer quedar bien con todo el mu...
-
Sobre #Lisha y la remoción de #Nazaret hay mucho que decir más allá del tema emocional que tanto ha afectado al país. 🔺 El Departamento d...
-
No recuerdo que alguien me haya dicho de niña que debía ser la última en comer. Pero lo aprendí. De adulta, al cocinar o comprar comida par...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario