29.9.18

Mujeres 950

Pensando en las #Mujeres950, esas que marcharán hoy CONTRA el aborto y que lo hacen levantando una bandera moralista y de crítica a otras mujeres... ¿No les choca mentir para adelantar su agenda? ¿No les pica la conciencia cada vez que en sus iglesias se descubre un caso de violencia doméstica, agresión sexual o pederastia? ¿No se les revuelca el alma con la idea de que casi 80% de la niñez en nuestras escuelas públicas vive en pobreza? Es más, ¿no se apiadan de las jefas de familia que sufren enfermedades, hambre, violencia y muerte porque en Puerto Rico no hay derechos humanos para nosotras?

Me cuestiono su moral. Su amor al prójimo y hasta su fe. 

No quieren "salvar dos vidas". Son sirvientas del machismo.

Si quieren salvar vidas...

1) Reten a los pastores (¡que existen!) y que instruyen a sus feligreses para disciplinar a la fuerza a sus esposas.

2) Denuncien la pederastia que pulula en sus templos.

3) Marchen contra la Junta de Control Fiscal que está asesinando al país.

4) Prediquen de libertad y refuercen en la niñez el respeto a las diversidades, a la equidad de géneros y el ejercicio sano de su autonomía.

5)  Sean críticas de la violencia que se ejerce desde los púlpitos ocupados por embaucadores que se autodenominan apóstoles y profetas.

6) Exijan educación sexual y acceso a métodos anticonceptivos. Exijan cuidado prenatal accesible y partos humanizados.

Pueden y deben hacer eso y más. Para salvar vidas. Para garantizar derechos humanos. Para que podamos vivir en paz y libertad.

#AbortoLibreSeguroAccesible
#SalPaFuera
#28s

Aborto Libre Puerto Rico

23.9.18

La última derrota


Lares.

Conmemorar los eventos que marcan nuestro camino hacia la libertad siempre es importante. Pero reflexiono. Hago memoria de mis propios eventos de vida y lo que soy hoy frente a la idea de una patria/matria libre.

Descubrir el Grito de Lares temprano en la infancia fue una revelación que he resignificado con el paso de los años.
Las memorias de Lares siempre venían con una sentencia de derrota. A esa edad temprana, ya con conciencia de ser independentista, era mirarme y pensarme parte del grupo que siempre perdía. No importaba la lista de héroes, heroínas y mártires. Lares, Jayuya y tantos otros esfuerzos (hasta las acostumbradas derrotas del PIP en cada elección) sólo parecían reafirmar que ser independentista era estar destinada a abrazar una fuerza moral estéril a pesar de la fuerza poética de sus eventos. ¡Cuánta gente alza el puño y canta el himno con la derrota grabada en su mente! ¡Cuánta gente cree que lucha por la libertad mientras es prisionera de sus programas mentales rígidos y estrechos! ¡Cuánta gente alimenta con sus actos el imperio de las ideas caducas que nos impusieron a hierro y rosarios por 500 años!

Luego vino el exilio emocional de la patria.  Fue darme cuenta desde muy joven que no ser blanca es ser de otro mundo. Un mundo donde debes demostrar que eres inteligente, que eres responsable y que tienes tu propio valor como persona aunque no haya una casona familiar y un árbol genealógico apropiadamente documentado para vincularte a una estirpe criolla de raíz blanqueada y tierras con agregados. El racismo nos destierra de la patria que pretendemos liberar.

Cuando me descubrí mujer-persona-sujeta de derechos, sentí que la patria de la que se habla en los discursos me era ajena. Supe que ser mujer y parte de las comunidades LGBTTIQ me convertía en una persona de segunda categoría aún para quienes hablaban de libertad. El machismo y la homofobia también nos destierran.

Y abracé otras luchas. Urgentes. Duras. Las de las mujeres, las comunidades LGBT y la gente que vive en pobreza. Y ellas y ellos son mi matria/patria porque estoy convencida de que sin equidad no hay libertad real. Sin equidad, exiliamos a nuestra gente más vulnerable y le quitamos el derecho a luchar desde sus sueños. Con estas luchas, llegaron las victorias a alimentar la esperanza en mi mundo de sueños y acciones. Las victorias de las mujeres que caminaron antes de mí. Las de personas LGBT que defendieron sus vidas y las de sus seres amados. Las de las comunidades que se organizan y nos demuestran que saben de libertad aunque la tejan de otras maneras... Y desde ahí, me he sabido parte de los grupos que cambian el mundo una victoria a la vez. Y desde ahí me reconcilio y remiro los eventos de nuestro camino a la libertad y los conmemoro.

Honro las luchas pero no las idealizo porque idealizarlas es cerrarle la puerta al cambio y a las victorias que nos merecemos y que podemos lograr.

Hoy son los 150 años de Lares y ya no estoy dispuesta a escuchar de derrotas. Son 150 años de Lares y nuestra matria/patria se merece que le regalemos, al fin, la libertad absoluta que se nutre desde la equidad.

Las últimas de la fila

 No recuerdo que alguien me haya dicho de niña que debía ser la última en comer. Pero lo aprendí. De adulta, al cocinar o comprar comida par...