30.9.15

Facturitas

Publicada en El Nuevo Día
30 de sept de 2015

Parece que algunas personas creen tener derecho a pasar facturas a cuenta de derechos humanos.  Ya se ven mensajes aquí y allá proclamando gestiones exitosas por los derechos humanos de las comunidades LGBTT, las mujeres y otros grupos tradicionalmente discriminados.  Antes de que a alguna agencia de publicidad se le ocurra lanzar eslóganes engañosos, repasemos las cuentas para ver quién le debe a quién.

 
Si bien es cierto que existen legisladoras, legisladores y jefas/es de agencia que han asumido una defensa vertical de los derechos humanos de distintos grupos, es igualmente cierto que tanto el PNP como el PPD son maquinarias políticas machistas, homofóbicas y generadoras de las desigualdades sociales y económicas que hoy estamos pagando como país.  Si de facturas se trata, creo que el pueblo tiene unas cuantas que pasarle a ambos partidos.

 
En una columna no caben todas las cuentas pendientes, así que iré a las más obvias con la invitación a que otros grupos también preparen las suyas. 

 
Hablemos de las comunidades LGBTTQI.  Recordemos cómo hubo que cazar votos en el Senado y la Cámara en el año 2013 para que se aprobaran las leyes 22 y 23 de ese año. En el Senado la Comisión de Derechos Civiles y su presidenta obstaculizaron su aprobación y en la Cámara los grupos opositores eran recibidos con café en oficinas de representantes populares que además abrían las sesiones de ese cuerpo con oraciones y expresiones de apoyo a esos mismos grupos.  Afilemos el lápiz y anotemos en nuestras facturas las acciones de la representante que a pesar de presidir la Comisión del Género y la Equidad se negó a atender nuestros grupos y luego participó en los clamores a dioses sin respeto alguno a la separación entre Iglesia y Estado. Esa sí es una factura pendiente.  Factura que incluye a los legisladores del PNP que se opusieron a ambos proyectos por mero oportunismo político. 

 
La factura de las comunidades LGBTTQI podría incluir otras cuentas.  Por ejemplo, la manera en que el PS437 para viabilizar adopciones sigue detenido en Senado y con cero probabilidades de aprobación en Cámara.  O la primera contestación del gobierno a la demanda de Ada Conde para viabilizar el matrimonio LGBT en la Isla.  También habrá que ver lo que hagan, o no hagan, ahora en torno a las legislaciones necesarias para crear un estado de derecho realmente equitativo para las familias LGBT.

 
Las mujeres, por nuestra parte, tenemos nuestras facturas actualizadas. Entre otras cosas, tenemos en ellas los compromisos hechos mediante carta firmada por el Gobernador el 18 de septiembre de 2014 que aún no han sido cumplidos.  Seguimos en espera de una Defensoría de las Mujeres y la Equidad que se dejó morir entre el Ejecutivo y la Legislatura y estamos calculando el efecto devastador en la vida de las mujeres de las políticas fiscales que se proponen para complacer al capital a cuenta de nuestros derechos humanos.  Eso sin contar la espera eterna por una perspectiva de género en la educación pública y el silencio que arropa el tema en el Departamento de Educación al que apoyamos para que lograra emitir su carta circular.

 
Espero que no haya agencias de publicidad- de ninguno de los dos partidos que se alternan la gobernación- preparando facturitas chantajistas o promesas huecas.  Ya no estamos para eso cuando la factura real, grande y pertinente la seguimos teniendo del lado de acá, del lado de los derechos humanos que se nos siguen debiendo.

15.9.15

Degollar el cordero


*Publicada originalmente el El Nuevo Día

Degollar el cordero.  Suena violento pero más violenta es la desigualdad.  Más violenta es la perspectiva de seguir sometiéndonos como país a las decisiones que se toman desde las mismas mesas de trabajo que construyeron nuestra pobreza. 



Siempre he pensado que nuestro escudo nacional, con ese cordero arrodillado y la bandera blanca, nos ha desgraciado la vida colectiva.  El cordero y la conveniente idea de que nada cambiará porque somos colonia.  



Curiosamente, la bandera blanca con la cruz roja del cordero del escudo simboliza tregua y cesar la lucha. Pero el momento actual requiere lo contrario: lucha, confrontación y movimiento. No podemos seguir pretendiendo transformar una estructura de desigualdad sin confrontar sectores.  No podemos aceptar mesas de consenso a las cuales la gente llega sin hacer introspección y con las manos manchadas de acciones que atentan contra los más elementales principios de derechos humanos. 



Yo me niego a actuar como si los bancos, los partidos políticos, las corporaciones foráneas y hasta algunas organizaciones fueran iguales a quienes trabajamos por la equidad día tras día.  No lo son.  Se han beneficiado de las desigualdades, las han construido y las han fomentado. Han tenido acceso a espacios de poder que determinaron las decisiones económicas y sociales más importantes del pasado siglo y no lo hicieron bien. Creen inclusive que pueden dictarnos desde su dinero lo que podemos o no podemos hacer so pena de perder fondos si no nos alineamos con sus objetivos.



Antes de preguntarnos qué hacer, debemos preguntarnos con quién, cómo, por qué y para quién hacer.  ¿Queremos seguir viendo un gobierno que toma decisiones a la carrera y a entidades privadas sacando provecho de la desesperación ajena? No. Por eso hablo de degollar al cordero, de deshacernos de la bandera que anuncia el abandono de las luchas y de hacernos cargo del país sin temer a las verdades que nadie quiere mencionar en voz alta.   



Luego de la confrontación honesta y valiente, hablemos de construir una clara agenda de derechos humanos que nos incluya a todas y a todos.  Para construirla, seamos generosas con ese país que queda invisible tras los discursos y la propaganda mediática tradicional. Visitemos las comunidades, construyamos un lenguaje común, dialoguemos desde una ruta que transcurra por la Isla y no por oficinas de burócratas. Hagamos el trabajo paciente y amoroso que es necesario hoy y seguirá siendo necesario mañana.



Esa ruta país, construirá mucho más que un falso consenso e irá más allá de los inútiles y vacíos comités multisectoriales que nada aportan. Ya no estamos para servir cafés en mesas de interlocutores sonrientes y voces ausentes. No somos corderos que balan lastimeramente.  Es momento de parir una nueva matria/patria. 

Las últimas de la fila

 No recuerdo que alguien me haya dicho de niña que debía ser la última en comer. Pero lo aprendí. De adulta, al cocinar o comprar comida par...