El día que yo compre y acepte el discurso fatalista de que nada cambiará, nada tiene remedio y este país está tirado a pérdida, me voy de Matria y de todo lo demás.
Miremos bien los pensamientos que albergamos, los mensajes que enviamos al resto del país y cómo las derrotas preceden a las acciones.
Una cosa es ser realista y predecir retos y otra muy distinta es vivir obviando la esperanza y negándose a ver las victorias de nuestra voluntad y resistencia.
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